La Tierra del Pan es la comarca zamorana que se encuentra en el centro de la provincia. Linda con otras comarcas, entre ellas el Alfoz de Toro. Hoy, como se preveía viento del noreste, planificamos nuestra ruta hacia esa dirección, lo que nos hizo traspasar los límites de la Tierra del Pan para entrar en el Alfoz de Toro.
Los compromisos, los viajes, el trabajo o la pereza fueron las causas que provocaron que esta mañana, a las 9.30 h solo estuviéramos tres bikers en la línea de salida. Nadie podrá argumentar que no salió por frío porque no lo hacía, o al menos no tanto como días atrás. A esas horas había 3º y el sol comenzaba a quererse asomar entre algunas nubes que poblaban el cielo.
Nada más comenzar nos dirigimos a Los Tres Árboles donde atravesamos el primer parking para coger el carril bici que bordea toda La Aldehuela.
Al llegar a la altura del final de la gasolinera abandonamos el carril bici, cruzamos la N-122 y continuamos por un camino que bordea esta. Enseguida giramos a la izquierda para atravesar la Autovía A-11 y las vías del AVE por sendos viaductos elevados y coger la llamada Cañada de la Zamorana, que suele ser una parte del trayecto habitual para ir a Molacillos.
En ese tramo nos encontramos aún muchos charcos a pesar de que ya hace varios días que no llueve, pero pudimos ir esquivándolos sin problema.
A esas alturas las nubes no terminaban de dejar salir al sol. Además, íbamos cara al frío viento y, aunque en esos momentos era muy flojo, todo en conjunto repercutía en nuestra sensación térmica, sobre todo la de las manos. En nuestro GPS en esos momentos marcaba 1º, menos temperatura que al salir.
Recorrimos por la Cañada de la Zamorana unos diez kilómetros prácticamente rectos "adornados" con pequeñas subidas. En muchos tramos había bancos de arena y, aunque estaba compactada por la humedad, frenaba mucho las ruedas. En ese tramo dejamos a un lado Molacillos, cruzamos la carretera que une esa localidad con Coreses y tras un pequeño descenso giramos a la izquierda para abandonar la cañada. También, más o menos por esa zona, abandonamos la comarca de la Tierra del Pan para entrar en la denominada Alfoz de Toro.
Realmente no abandonamos la cañada sino que ella nos abandonó a nosotros porque esta gira a la izquierda siguiendo la carretera que une Algodre con Gallegos del Pan y nosotros continuamos recto. Iniciamos en ese punto una subida que continuó a pesar de que giramos a la izquierda.
Tras la subida vino la consiguiente bajada pero seguida de varios sube y bajas a lo largo de dos kilómetros, los que nos restaban para llegar a Gallegos.
Un descenso nos llevó hasta la entrada del pueblo. Desde allí nos dirigimos hacia la izquierda para ver la iglesia. Cuenta con un retablo barroco pero exteriormente no tiene demasiado interés.
Rodeamos el templo y recorrimos una buena parte del pueblo siguiendo la calle principal. Un giro a la derecha nos obligó a ascender por una calle por la que abandonamos la localidad. En esos momentos el sol parecía que ya había sido capaz de vencer esa batalla contra las nubes en la que llevaba inmerso toda la mañana. ¡Y cómo lo agradecimos!
Unas decenas de metros más allá de las últimas edificaciones cambiamos de dirección para seguir por un camino que partía a la izquierda.
Este era una recta ascendente por la que recorrimos unos dos kilómetros y medio en los que pudimos disfrutar ya del tecnicolor impuesto por el sol.
La subida terminó cuando giramos a la derecha. Allí mismo comenzamos a bajar y lo hicimos a lo largo de casi un kilómetro, hasta la entrada de Villalube. Justo antes de entrar en el pueblo nos desviamos a la izquierda, bordeamos algunas edificaciones y llegamos a una placita donde encontramos un bonito crucero de piedra que nunca habíamos visto.
Siguiendo nuestro tour por la localidad, que en otro tiempos tuvo cierta importancia histórica ya que contó con un castillo y hasta tres ermitas hoy desaparecidas, aparte de la iglesia parroquial, llegamos hasta la plaza donde se encuentra la iglesia y la fuente. Allí mismo hicimos una parada para que quien quisiera pudiera comer algo.

Pocos minutos después retomamos nuestra ruta siguiendo recto por la calle opuesta a la iglesia, que terminó por sacarnos del pueblo.
El camino resultó ser una recta de unos dos kilómetros de ascenso tendido pero continuo con enormes campos de cereales ya nacidos a ambos lados del mismo.
La subida concluyó tras esos dos kilómetros. Entonces comenzamos a descender y lo hicimos de continuo a lo largo de casi cinco kilómetros divididos en dos tramos. Era un merecido premio porque hasta Villalube habíamos abusado de ascensos y había habido mucho déficit de bajadas.
El primer tramo de unos dos kilómetros y medio nos llevó hasta el fin del camino que habíamos iniciado en Villalube. Al llegar al cauce del Arroyo del Charco de los Villares dicho camino concluía al llegar a otro perpendicular, paralelo a ese arroyo, al que nos unimos hacia la derecha. Este se encuentra marcado como Camino de Santiago de Levante a la Vía de la Plata y en este tramo viene desde Matilla la Seca.
El segundo tramo discurrió por dicho camino. Nos encantó después de hacer el giro comprobar que el zumbido de nuestros oídos había desaparecido porque el viento, por fin, ya no nos daba de cara o por un lateral. Además, nos ayudaba algo y también nos hacía rodar más rápido que el terreno estaba seco.
A nuestra izquierda teníamos un enorme pinar y a nuestra derecha íbamos dejando tesos salpicados de pinos.

Una vez que concluyó la bajada que veníamos disfrutando tocó arremangarse de nuevo porque nos enfrentamos a un par de kilómetros en los que tuvimos que ascender a pequeños tesos. Y sí, algo bajábamos después, pero siempre salíamos perdiendo. En esa zona regresamos de nuevo a la comarca de la Tierra del Pan.
Terminó esa cadena de ascensos y descensos al llegar a un paso elevado sobre la A-11. Justo al lado nos encontramos con uno de los monolitos repartidos por el camino que indican el citado Camino de Levante.
Tras cruzar la Autovía del Duero comenzamos a bajar en paralelo a ella, si bien pronto el camino se va abriendo hacia la izquierda para enfilar hacia Coreses.
La cuesta abajo tiene una longitud de unos dos kilómetros y la inclinación suficiente para no tener que tocar los pedales en su recorrido.
Concluimos la bajada al pasar junto a las primeras viviendas de Coreses. Ya en el pueblo hicimos un recorrido inusual que nos llevó hasta la placita donde a primeros de noviembre se inauguró la estatua de D. Ramón Álvarez, el vecino más ilustre del pueblo, escultor e imaginero que en 2025 ha hecho 200 años de su nacimiento, motivo por el que se han realizado numerosos actos, tanto en Coreses como en Zamora.
Junto a esta placita se encuentra la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. En su espadaña se han puesto varillas en determinados puntos para evitar que aniden la cigüeñas, pero una se mostraba desafiante y ni siquiera se inmutó cuando, casualmente a nuestro paso, tañeron las campanas para la misa de 12.
Seguimos avanzando por esta localidad pero por calles desconocidas para nosotros, incluso la salida fue diferente a la que realizamos habitualmente ya que lo hicimos por un camino con algunas edificaciones agrícolas e industriales a ambos lados del mismo.
Continuamos por ese camino y después de varios giros a uno y otro lado terminamos saliendo al camino que va en paralelo a las vías del AVE. Cuando nos incorporamos a este nos sorprendió ver que lo habían alisado, ensanchado, que habían hecho una cuneta en el margen derecho y colocado nuevas biondas en el izquierdo.
Eso sí, el arreglo no ha afectado a todo el camino, porque los últimos dos kilómetros, aproximadamente, siguen como estaban, salvo que la bionda también es nueva.
Abandonamos esta recta para desviarnos y así continuar por el paso elevado sobre las vías. Después de descender seguimos por el camino que atraviesa Villagodio hasta que llegamos a la N-122.
Cruzamos esta y seguimos adelante por el carril bici en paralelo al río Valderaduey, al que fuimos vigilando en los últimos dos kilómetros de su recorrido antes de verter sus aguas al Duero.
Como el carril bici después de la desembocadura de ese afluente sigue el curso del Duero, pudimos ir disfrutando de buenas vistas de este que, además, hoy lucía un bonito color.
Siguiendo con las innovaciones, antes de concluir nuestro recorrido giramos a la izquierda para cruzar el puente que conduce a la Isla de Las Pallas. Recorrimos esta de punta y punta y la abandonamos por el otro puente que la conecta con Los Tres Árboles.
Desde allí nos dirigimos hasta la Avenida Obispo Acuña donde pusimos fin a nuestra ruta. Y no lo hicimos en cualquier punto sino en un bar donde pudimos disfrutar de una caña en la calle y al sol, donde se estaba de maravilla.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
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