22 de diciembre de 2024

Estrenando el carril bici... y mucho más

Hace unos días leímos en la prensa local que se había inaugurado un carril bici que nacía en la rotonda donde se toma el desvío hacia Fuentesaúco e iba hasta Arcenillas, seguía a Casaseca de las Chanas y terminaba uniendo esta localidad con Moraleja del Vino. Nos faltó tiempo para decidir que nuestra ruta del Domingo debería pasar por él para conocerlo y estrenarlo.

Por las conversaciones mantenidas el día anterior, sabíamos que hoy seríamos seis los bíkers que participaríamos en la ruta. A las 9.30 h estábamos tres en el lugar de costumbre e iniciamos la marcha porque los otros tres nos esperaban a la salida del Puente de Hierro. 

La mañana estaba fría, -1º marcaban los termómetros y la helada, como pudimos comprobar en cuanto salimos al campo, era abundante. Salvaba la situación que había sol y, aunque el cielo no estaba limpio del todo, se notaba su presencia. 

Ya los seis juntos dejamos atrás Zamora por el llamado Camino Viejo de Villaralbo, si bien nada más pasar por debajo de la variante que va al puente de Cardenal Cisneros, nos desviamos a la derecha, siguiendo las indicaciones del GR-14. 


Al terminar este camino fuimos hacia la derecha y tras otro cambio de dirección llegamos a la carretera de Moraleja, que cruzamos para continuar del otro lado con dirección sur. Como un kilómetro después giramos noventa grados hacia la izquierda y seguimos, aproximadamente, otro kilómetro más. 


Pasamos por encima de un viaducto y nada más descender realizamos un giro de casi 180º para continuar por un camino que bordea ese viaducto. Este nos llevó hasta la carretera de Moraleja de nuevo. Al llegar a su altura seguimos por un camino que va en paralelo a ella hasta la rotonda donde se encuentran los desvíos a Fuentesaúco, Moraleja del Vino y Villaralbo.

Junto a la rotonda entramos en el flamante carril bici recién estrenado. Cuenta con 10 kilómetros de recorrido, que van desde esta rotonda a Arcenillas, siguiendo hacia Casaseca de las Chanas para, finalmente, unir este con Moraleja del Vino. Se han invertido en él 1,8 millones de euros y para la construcción de la calzada se han utilizado materiales reciclados, como residuos de construcción y neumáticos fuera de uso.


A priori nos ha parecido que está muy bien hecho. Entre la rotonda y Arcenillas  va totalmente independiente de la carretera, lo que da más seguridad a los ciclistas. 

Como rodamos muy bien por él enseguida completamos los algo más de 3 kilómetros de este primer tramo y llegamos a Arcenillas, que se mostraba así su "skyline" al tener el sol frente a nosotros. 


Al llegar a esta localidad tuvimos que seguir por lo que han denominado ciclocarril, que no es otra cosa que seguir por la travesía del pueblo en la que han pintado cada ciertos metros una bicicleta y el indicativo de circular a 30 como máximo. En las calles del pueblo continuamos por la llamada ciclocalle, por lo que rodamos por varias de ellas siguiendo las señales de la bici pintadas en el suelo. 


Guiándonos por esas señales salimos del pueblo y allí comienza otro tramo del carril bici. En poco menos de un kilómetro y medio llegamos a la entrada de Casaseca de las Chanas, donde continuamos por la ciclocalle. Esta nos llevó por el centro del pueblo, desviándonos después hacia la izquierda con dirección a Moraleja del Vino.


Al salir del pueblo tuvimos que pasar al lado izquierdo para tomar el tercer tramo del carril bici, de casi tres kilómetros. 


Como se rueda tan bien por él hace posible permitirse ciertas licencias, como hacerse un autorretrato.


En la unión entre Casaseca de las Chanas y Moraleja se ha optado por ensanchar la carretera y segregar una parte para el carril bici. Habiendo entre una y otro una especie de arcén delimitado por líneas continuas y con balizas alargadas que sobresalen del suelo. Nos habría gustado más que fuera totalmente independiente, pero también es cierto que esta carretera local tiene poco tráfico.


Recorrimos la distancia que nos separaba de Moraleja en un plis plas porque tiende hacia abajo. Al llegar a la entrada de esta localidad un desvío por obras nos obligó a girar a la derecha por lo que enseguida salimos del pueblo sin pasar por la parte central, como nos gusta hacer siempre. 

Por el camino por el que continuamos, una buena pista ancha tendiendo hacia abajo al principio y hacia arriba en su segunda mitad, recorrimos unos seis kilómetros sin cambiar de dirección. A esas alturas habíamos ganado algo de temperatura, ya estábamos en torno a los 2º y el sol seguía ayudándonos a tener una sensación agradable pese al frío.


A ambos lados del camino pudimos disfrutar de las buenas vistas que nos regala el campo en estos momentos en los que los cereales ya están sembrados y comienzan a aflorar tiñendo todo de verde.


Terminó este tramo cuando, al llegar al final del camino, continuamos hacia la izquierda, comenzando a rodar por otro camino, pero de hierba, durante unos quinientos metros. 


Giramos a la derecha y continuamos por otro camino algo más de dos kilómetros. Las vistas desde allí de El Viso y Las Contiendas no podía ser mejor.


El camino nos obligó a subir en su primera parte por una zona con dos roderas flanqueada por tierras de cultivo y una fila de arbolado.


En la segunda parte tocó descender atravesando terrenos de la dehesa de Valdemimbre. 


Al finalizar la bajada cambiamos de dirección hacia la derecha, iniciando así otra subida. Tras ella el camino tiene una curva muy abierta para continuar con una recta por la que comenzamos a descender.


Desde el camino de Valdesuero, que así se llama a este tramo, al terminar la bajada y poder levantar la cabeza pudimos ver a lo lejos Sanzoles.  


Ya más cerca de esta localidad vimos junto al camino esta fuente tan bien reconstruida, contando también con unos bancos donde poder descansar los caminantes. 


Para llegar a Sanzoles no quedó otra que ascender una cuesta larga con una pendiente pronunciada, inclinándose más en nuestra contra según nos íbamos acercando a las primeras viviendas. 


Entramos en el pueblo, hicimos nuestro habitual recorrido por algunas de sus calles y terminamos en la plaza, donde realizamos una pequeña parada para, los que quisieron, llevarse algo a la boca.


A nuestra izquierda descubrimos un mural que no habíamos visto nunca y que creemos que no lleva mucho pintado. En él se representa al Zangarrón, una tradición de esta localidad que se celebra cada 26 de diciembre, si bien la víspera ya hay actos en los que participa. 

El Zangarrón lleva una máscara de cuero negro, ropa de colores, tres cencerros y dos esquilones a la espalda y un palo del que cuelgan tres vejigas hinchadas. Debe perseguir a los niños y las personas de edad avanzada. Las vejigas representan la fertilidad y los cencerros atados son para espantar a los espíritus.

Nosotros aprovechamos el mural para hacernos una foto ante él. 


Tras la foto nos subimos de nuevo en nuestras bicis y continuamos con nuestro recorrido. Pasamos junto a la iglesia de San Zoilo (siglo XIX), enseguida llegamos a la carretera, la cruzamos y continuamos por la calle que surgía justo en frente.


Esta era una cuesta abajo. Al terminar las edificaciones cambió también el firme y volvimos a rodar por tierra. La bajada continuó y seguimos por el mismo camino como un kilómetro y medio. Seguidamente giramos ligeramente a la derecha entrando así en un largo tramo, casi recto, que nos llevaría hasta Villalazán prácticamente en paralelo a la zona llamada Las Contiendas o El culo del mundo (como lo nombran los habitantes de la zona).


Tras casi siete kilómetros rodando sin problemas por este camino llegamos a Villalazán. Entramos por una calle pero cambiamos de dirección un par de veces para recorrer otras y, finalmente, llegar a la plaza donde se encuentra la iglesia. 


Al llegar a la carretera nos incorporamos a ella hacia la izquierda y justo al salir del pueblo, giramos a la izquierda bordeando el nombre del pueblo que han puesto a la entrada del mismo. 


Tuvimos que hacer varios giros en no mucha distancia para terminar en una recta que, tras casi un kilómetro, nos llevó hasta el GR-14, en un tramo anterior a Madridanos.


Nos incorporamos a él. Poco después pasamos junto a la finca de la Diputación, y enseguida rodamos por un lateral de Madridanos. Una vez sobrepasada la localidad unos cientos de metros giramos a la izquierda para, de nuevo, continuar por un camino novedoso para nosotros. Pero por poco tiempo porque enseguida llegamos a la carretera que une Moraleja con Madridanos, salimos a ella hacia la izquierda y unas decenas de metros más adelante la abandonamos volviendo hacia la derecha.  

De nuevo rodábamos por un camino inédito para nosotros, y lo hicimos a lo largo de una recta de casi 2 km ligeramente ascendentes. 


Una vez recorrido esa distancia giramos casi noventa grados, recorrimos otra recta de un kilómetro, cruzamos de nuevo la carretera y continuamos de frente otro kilómetro.


Tras este otro giro de noventa grados, hacia la izquierda, proseguimos por un camino que, con un suave ascenso, nos condujo hasta una zona con naves cercana a Moraleja del Vino. 


Hicimos dos giros casi seguidos a la derecha y nos alejamos de Moraleja sin llegar a pisar alguna de sus calles. Seguíamos por caminos novedosos (se trataba de eso, de recorrer alternativas a la Senda del Duero) y este, tras casi un kilómetro y medio, adornado con una ligera pendiente descendente, nos llevó, de nuevo, hasta el GR-14. 


Nos unimos a él y enseguida giramos a la derecha para tomar la recta que lleva directamente a Villaralbo. La recorrimos en poco tiempo porque el perfil seguía siendo favorable. Cruzamos la carretera de circunvalación, continuamos de frente y entramos en la localidad, donde recorrimos las calles habituales para ir hacia el río. 


El día seguía siendo espléndido y la temperatura ya había ascendido hasta los seis grados, así que íbamos muy a gusto. Un camino paralelo a la carretera que va hacia la presa nos llevó hasta casi la orilla del río.


Un kilómetro después de seguir a su lado, dejamos el asfalto para seguir, por nuestra derecha, por el camino habitual que se toma para ir hacia Zamora. Este tramo lo hicimos a muy buen ritmo así que empleamos poco tiempo en él. Lo abandonamos para incorporarnos al puente de Cardenal Cisneros a través de las escaleras que ascienden hasta él. 


Cruzamos dicho puente por la plataforma de peatones, saludamos a Peromato, que nos dio la bienvenida al pasar junto a él, y salimos del mismo por la rampa habilitada para tal fin. 


Desde Los Tres Árboles continuamos hacia la calle Obispo Acuña para dirigirnos al punto desde donde habíamos salido. Allí aparcamos las bicis y disfrutamos de una cerveza mientras nos deseábamos una Feliz Navidad.


Al salir del bar nos encontramos con la "Papanoelada motera" que reunió a cientos y cientos de moteros por octavo año. Una vez terminado el desfile fuimos nosotros los que desfilamos, pero cada una para su casa.





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