Enredando por Palomares y el embalse

Cada Domingo nos gusta recorrer con la bici nuevos itinerarios, caminos inéditos y lugares desconocidos y, después de algunos años, y sin salir del alfoz de Zamora, no es fácil, pero siempre resulta sorprenderte cuando lo logramos, como hoy. 

Teníamos cierto temor a que esta mañana amaneciera con niebla porque esa era la tendencia de los días anteriores, pero no, tuvimos suerte y nos encontramos con una mañana fresca, unos 4º, y con algunas nubes, pero no bajas.

En el lugar de costumbre aparecimos cinco bikers a las 9.30 h y, como todo el mundo fue puntual, a esa misma hora comenzamos a rodar. Fuimos hacia Valorio con el río siempre cerca. Poco después de pasar la entrada del bosque nos desviamos hacia la derecha para ascender hacia la parte alta del barrio de San Lázaro. Esta subida nos permitió quitar el fresquito inicial en la misma proporción que ganábamos metros. 

Recorrimos algunas calles de ese barrio y del vecino San José Obrero y nos desviamos hacia un camino paralelo a la vía del tren. Desde este fuimos hacia la derecha para continuar por un "single track", un sendero, vaya, al que nosotros llamamos "El caminito del Rey", porque está flanqueado en su recorrido por un pequeño barranco. 

No se nos antoja mejor manera de abandonar Zamora, porque es muy divertido y requiere cierta técnica. Aparte de la diversión, desde él se pueden contemplar buenas vistas de la ciudad.

Lo más curioso de todo es que después de recorrer sus pequeñas subidas y bajadas, los tramos con piedra, los pasos estrechos o las curvas cerradas, nadie se cree que tiene poco más de un kilómetro de longitud, porque lo cierto es que cunde como bastante más. 

Termina este por una sinuosa bajada que empalma con el carril bici que cruza el Bosque de Valorio, a la altura del Puente Croix. Una vez en este continuamos por él hasta justo antes de la zona denominada La Alamedilla.

Allí nos desviamos a la izquierda para iniciar una subida larga que nos quitó el frío definitivamente. Este ascenso nos llevó hasta el llamado Camino del Monte por el que continuamos. Pasamos por el viaducto existente sobre la circunvalación de Zamora para los que circulan por la N-122 y nos enfrentamos a una larguísima recta repleta de sube y bajas. 

Después de tres kilómetros, estando ya cerca de la Dehesa de Palomares, hicimos dos giros consecutivos de noventa grados, uno a la derecha y otro a la izquierda, y fuimos bordeando la masa forestal que cubre gran parte de esta zona.

Al llegar a un laberinto realizado sobre el suelo con piedras por algún artista anónimo giramos a la derecha para continuar por un sendero ascendente flanqueado por jaras, encinas, carrascos y pinos. 

Ese divertido recorrido finalizó con una bajada muy empinada de terreno arenoso que nos llevó hasta uno de los caminos por los que normalmente se transita por Palomares.

Este tramo, más conocido por todos nosotros, aunque también muy bonito, discurre entre encinas principalmente, si bien poco más adelante los pinos ganan terreno.

Tras un kilómetro nos desviamos a la derecha, continuando por una buena pista, pero poco después, en mitad de un suave ascenso, giramos hacia la misma mano para proseguir por un precioso senderito abierto entre el arbolado. 

Como un kilómetro después volvíamos a salir al camino de mayor entidad del que nos habíamos desviado y ya continuamos por él unos cinco kilómetros, divididos en dos, la mitad de ascenso suave y la otra parte de descenso continuado. 

Al llegar a la altura de Andavías nos desviamos ligeramente a la izquierda. Continuamos por un camino que nos llevó de cabeza al embalse, de hecho atravesamos una pequeña lengua del mismo, eso sí, sin agua :) Poco después continuamos bordeándolo pero unos cientos de metros más adelante, abandonamos la senda y, como el agua no está ni se la espera, nos sumergimos en el cauce y rodamos por él hasta llegar al Puente de Valdeperdices.

Poco antes de llegar a la altura del puente ascendimos hasta el camino y justo a la entrada del mismo hicimos una pequeña parada.

La parada tenía como finalidad hacernos un selfie para dejar constancia de que estuvimos allí.

No cruzamos el puente, sino que continuamos en dirección contraria, comenzando a subir por una cuesta, nos desviamos a la izquierda, y seguimos subiendo hasta llegar a una recta paralela a varias calles de Palacios del Pan, que en ese momento estábamos bordeando. Poco después hicimos un giro en ángulo recto a la izquierda y comenzamos a descender de nuevo hacia el lecho del embalse. Eso nos permitió disfrutar de unas buenas vistas de toda la zona. Como está tan bajo, incluso se veían los restos de antiguas paredes de fincas.

Al salir de una curva también pudimos contemplar el llamado Puente de Almendra, hacia el que nos dirigíamos.

Continuamos descendiendo hasta él y, una vez que comenzamos a cruzarlo pudimos captar en el agua una bonita imagen: el cielo en el embalse.

Al terminar este nos desviamos a la izquierda para seguir por lo que debería ser su orilla, aunque ahora nadie lo diría. 

El sendero nos llevó hasta una buena pista, ya en las cercanías de la localidad de Almendra del Pan, que nos acercó hasta el pueblo.

Recorrimos varias calles de la parte baja de esta localidad y, finalmente, llegamos a la carretera. Rodamos por ella unas decenas de metros y enseguida la dejamos para continuar por la izquierda, enfrentándonos así a una subida de más de dos kilómetros con dos pequeños descansos hacia la mitad.

Seguimos por el mismo camino como otros dos kilómetros, tras los cuales comenzamos a recoger los réditos de tanta subida, ya que la pista se tornó descendente.

El descenso se prolongó a lo largo de unos tres kilómetros, durante los que volvimos a entrar en la Dehesa de Palomares. 

Concluimos la bajada junto a las llamadas Casas de Palomares. Poco después de pasar a su lado comenzamos a subir de nuevo, esta vez una cuesta bien conocida y transitada por todos.

Concluida esta, la ruta que habíamos planificado continuaba recta, pero sabemos que esa zona suele tener barro en época de lluvias así que decidimos evitarla y seguir hacia la izquierda para continuar bajando hacia La Hiniesta. Eso provocó que hiciéramos algo que no nos gusta nada y que siempre evitamos: pisar el track (volver a rodar por una zona por la que ya hemos transitado en la misma ruta).

Llegamos a esa localidad y la atravesamos siguiendo la carretera. Al llegar a la iglesia de Santa María la Real no pudimos por menos que parar unos segundos para disfrutar de su magnífica portada.

Salimos de La Hiniesta siguiendo el camino por el que habitualmente rodamos para dirigirnos a Zamora, pero en un momento dado continuamos recto para ir a retomar el track que habíamos abandonado por no llenarnos de barro. Unos tres kilómetros más adelante volvimos a encontrarnos con él y por él continuamos hasta la zona de la gasolinera Guimaré. 

Pasamos junto a ella y seguimos por un camino que parte allí mismo y va hasta Guimaré en paralelo a la N-122. Igual que sucedió en algunos momentos de la mañana, en esos instantes el sol consiguió abrirse paso entre las nubes, pero la temperatura ganada desde la salida no era mucha, tres o cuatro grados más.

Al llegar a la entrada de Guimaré cruzamos la N-122 y seguimos de frente para adentrarnos en este paraje.

Poco después nos desviamos a la izquierda y comenzamos a subir por una cuesta por la que hemos bajado en varias ocasiones pero que nunca habíamos ascendido. Aunque es dura sabíamos que era la última, así que apretamos los dientes y para adelante.

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Una vez concluida, de nuevo comenzamos a aprovecharnos de los réditos ganados y tocó descender. Y lo hicimos bien, durante unos dos kilómetros que nos supieron a gloria. Terminamos en el barrio de San Isidro, en la zona de chalets adosados. Desde allí, siguiendo el carril bici, fuimos hasta el Puente de los Poetas, lo cruzamos y continuamos por la orilla del río hasta el Puente de Piedra. Allí ascendimos a la carretera para realizar una parada "técnica" en el Bar Puente de Piedra. Tomamos la caña en la calle comentando lo bonita que nos había resultado esta ruta y empezamos a planificar la siguiente. 

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