27 de abril de 2025

El Duero, El Viso y la Dehesa de Valdemimbre

Si nos dijeran que íbamos a recorrer por un sinuoso sendero kilómetros de la ribera de un río, que después tendríamos que realizar un duro ascenso para disfrutar de estupendas vistas y que, por último, tendríamos que vérnoslas con una trialera, probablemente pensaríamos que sería una ruta fuera de Zamora. Error. El conjunto de todo lo descrito se puede encontrar muy cerca de la capital. 


Aún los viajes y otras razones impidieron al grueso del grupo presentarse esta mañana a las 9.30 h para iniciar la ruta. Solo lo hicieron los tres que lo habían confirmado. Sin ninguna demora comenzamos a pedalear yendo hacia el Puente de Cardenal Cisneros para cruzar este. 

La mañana no podía estar mejor. El fresco justo, alrededor de 8º, ni una nube en el cielo y un factor que sí que nos sobraba, el viento del este, no muy fuerte, pero sí molesto. Por ello hoy fuimos hacia ese punto cardinal, dirección que tomamos nada más bajar las escalerillas al terminar de cruzar dicho puente. 


Nos dirigimos hacia Villaralbo por el camino habitual que se sigue para ir hacia esa localidad. Los dos primeros kilómetros son de asfalto, le sucede un tramo de tierra y concluye de nuevo con asfalto. En total unos cuatro kilómetros hasta llegar a la presa de Villaralbo.

Allí continuamos recto en lugar de ir hacia la derecha para dirigirnos al pueblo. Comenzamos a rodar por la ribera del río Duero por una pista ancha.


Poco después nos desviamos ligeramente a la izquierda para continuar junto al río y empezamos a rodar por un sendero casi comido por la naturaleza. Es un single track de firme irregular, sinuoso y muy bonito porque entre los claros se va viendo el cauce del río.


Hay tramos donde la vegetación lo cubre todo, no solo por la hierba de los laterales del sendero, sino también por los árboles y arbustos que lo rodean. Algo más adelante se llega a una enorme chopera y el sendero se hace camino. 


Terminada dicha chopera continuamos por otra zona abierta siguiendo los caprichos del curso del río, porque siempre íbamos junto a este.


El último tramo lo iniciamos bajando una corta pero muy empinada cuesta que nos sumergió de nuevo en un bosque muy cerrado con un par de roderas por las que transitamos. 


Después de nueve kilómetros por estos parajes llegamos a unas instalaciones relacionadas con el río, junto a la zona llamada Valcuevo. Allí nos desviamos a la derecha e iniciamos una pequeña subida que nos fue alejando del Duero. Enseguida tuvimos que cruzar la carretera que va a Villalazán y continuamos por el camino de frente, yendo durante casi un kilómetro junto al Canal de Villaralbo. 

Ese camino terminó al unirse al GR-14. Continuamos por este dirección Madridanos. En este tramo es donde pudimos notar más la acción del viento que, si bien no era muy fuerte, si que nos robaba 3 o 4 km de velocidad punta y castigaba nuestras piernas. También nos castigaron algunos aspersores mal enfocados que nos mojaron levemente al pasar junto a ellos. En verano se agradece muchísimo, pero esta mañana nos sobraba.


Tras algo más de dos kilómetros por el GR-14 llegamos a Madridanos. Cruzamos el pueblo por una de sus dos calles más largas, pasamos junto a la iglesia y lo dejamos atrás saliendo de él por una zona de chalets adosados. Poco después echamos la vista atrás para disfrutar de una vista del conjunto del pueblo.


Como un kilómetro después de dejar la localidad nos desviamos a la derecha y continuamos por otro camino que, tras algo menos de dos kilómetros, nos llevo hasta a un cruce cercano a Bamba. 


Allí giramos a la izquierda para iniciar un suave ascenso hasta donde comienza la verdadera subida a El Viso. Desde el camino ya pudimos observar la antena repetidora de su cumbre.


Antes de comenzar el ascenso pudimos deleitarnos con los campos de cebada que teníamos a uno y otro lado del camino.


Al llegar al inicio de la subida a la antena subimos piñones y, cada uno a su ritmo, comenzamos el ascenso. Se suben unos 90 m en poco más de un kilómetro. 


En algunos momentos el porcentaje de subida llega al 14%, pero durante muchos cientos de metros se mantiene entre el 10 y el 12%. Eso sí, las vistas que se van teniendo a lo largo de la subida compensa con creces el esfuerzo. Y, una vez coronado, la panorámica de toda la comarca es fantástica.


Más ahora, en primavera, con el damero que forman las distintas tierras, cada una con un color diferente, con el verde como dominante.



Cuando íbamos a comenzar el descenso llegaron otros dos ciclistas. Resultaron ser conocidos de uno de nuestro grupo, así que entre las presentaciones y unos minutos de charla retrasamos la bajada. Ya nos despedimos y comenzamos a gozar rodando sin dar pedales, llegando a alcanzar los casi 60 km/h solo con la inercia.


Al terminar la bajada continuamos hacia la derecha de "bajón", porque nos tocó subir unos cientos de metros. Llegamos a un cruce de caminos y continuamos hacia el mismo lado, entrando en uno recto con tres pliegues, es decir, tres bajadas y sus consiguientes subidas.


Desde la tercera pudimos ver la localidad de Sanzoles, a la que nos dirigíamos, pero para llegar a ella tuvimos que volver a ascender. 


Al llegar al pueblo apenas lo tocamos, solo tangencialmente, saliendo del mismo dejando las viviendas a nuestra izquierda. El camino por el que continuamos iba bordeando una ladera.


Como íbamos ascendiendo ligeramente terminamos por tener a nuestra derecha unas vistas magníficas.



Como un kilómetro después de dejar Sanzoles el camino dio paso a un senderito que continuaba bordeando una ladera, con un trazado sinuoso y con pequeñas subidas y bajadas. 


Tras un kilómetro aproximadamente descendimos por un camino algo más ancho hasta uno más importante. Continuamos hacia la izquierda encontrándonos enseguida con el cartel que indica el comienzo de la Dehesa de Valdemimbre.


Seguimos de frente y, tras un ascenso de poco más de un kilómetro, llegamos a las casas de la dehesa. Al llegar a ellas continuamos por un camino que partía a la derecha.


La subida no se terminó a pesar del cambio de camino, prosiguió casi un kilómetro más. Tras este comenzamos a descender otro tanto.


El descenso terminó al pasar una cancela abierta de la dehesa. Seguidamente, el camino se convirtió en dos roderas rodeadas de primavera. Por él tuvimos que volver a realizar un pequeño ascenso.



Después comenzamos a rentabilizar todo lo subido y pudimos rodar muy a gusto porque el perfil era descendente y el viento nos ayudaba al darnos por la espalda. Y, además, lo hacíamos con buenas vistas.



Terminamos saliendo al camino, que en su día fue carretera, que une Bamba con Gema. Seguimos por él hacia la derecha como un kilómetro, ya que al llegar a un cruce de caminos seguimos hacia la izquierda, entrando así en una larga recta que nos llevó hasta Moraleja del Vino, primero con un tramo de ligero descenso que nos permitió rodar a más de 30 km/h, velocidad que fue disminuyendo cuando el perfil se tornó a un suave ascenso.


Cuando llegamos a esa localidad cruzamos la carretera que va a Sanzoles y continuamos atravesando el pueblo pero por un lateral. En este trayecto, en una placita nos encontramos con un coqueto minigolf público y un monolito que es un homenaje del pueblo de Moraleja del Vino al grupo de música folk "Cepa y Sarmientos", por sus 36 años sobre los escenarios.


Dejamos atrás el pueblo pasando junto al cementerio y siguiendo el itinerario habitual para ir hacia Villaralbo, solo que terminada la cuesta abajo que hay después del camposanto giramos a la izquierda para seguir un recorrido de unos cuatro kilómetros en el que cambiamos de dirección varias veces para, finalmente, terminar en dicho pueblo.


Entramos en Villaralbo por una calle por la que continuamos hasta llegar a la que cruza el pueblo de lado a lado (la antigua carretera). Después giramos a la izquierda, momento que aprovechamos para hacernos un "pillado".


Siguiendo esta calle llegamos al final del pueblo y continuamos recto, por el llamado Camino Viejo de Villaralbo. Recorrimos por esta carretera local unos cuatro kilómetros hasta llegar a Zamora y los hicimos muy rápidos porque con la inestimable ayuda del viento estuvimos rodando prácticamente todo este tramo a más de 30 km/h.

Entramos en Zamora y cruzamos el río por el Puente de Hierro. Desde él fuimos hasta el lugar desde donde habíamos partido. Allí, en la terraza del Bar CD recuperamos parte de las fuerzas y líquidos perdidos aprovechando para hablar de planes futuros.




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