Hemos tenido olvidada a la comarca de La Guareña durante años. En esta temporada ya hicimos una ruta por ella y ahora, con la explosión de la primavera, nos parecía un momento idóneo para seguir explorándola. Hoy partimos de Fuentesaúco y recorrimos una buena parte de su territorio.
Fuentesaúco se encuentra a poco más de cuarenta kilómetros de Zamora pero aún así mantuvimos la hora a la que solemos quedar. A las 9.30 h teníamos las tres bicis cargadas en el portabicis y emprendimos la marcha. Al llegar, ya se sabe, a bajar las bicicletas a prepararse y a tomar café. Lo tomamos en la terraza del Bar Saúco 2.0, aprovechando que en algunas mesas daba el solecito.Ya con el café en el cuerpo iniciamos la marcha. El día no podía estar más bonito. Cielo totalmente despejado y unos 10º de temperatura, si bien se esperaban 24º al mediodía. Empezamos haciendo un pequeño recorrido por algunas calles del pueblo, pasando por la Plaza Mayor.
Recorrimos unos nueve kilómetros, prácticamente rectos, en paralelo al Arroyo de San Pedro hasta llegar a la primera localidad de nuestro periplo: Guarrate. Nos dio la bienvenida a la localidad una ermita llamada del Tránsito, mandada construir a finales del siglo XIX por Pedro Toribio Fonseca, natural del pueblo, y emigrante en Puerto Rico.
Desde Guarrate nos dirigimos a El Pego y para llegar a este tuvimos que recorrer unos siete kilómetros, la mayoría de ellos ascendiendo. Fue necesario realizar varios cambios de dirección porque no existe un camino directo. Aún asi nos enfrentamos a largas rectas rodeadas de enormes campos de cultivo.
Ya cerca de El Pego vimos una viña y, en un primer momento, nos pareció extraño, pero enseguida nos dimos cuenta de que la uva procedente de esta localidad pertenece a la DO Toro.
Esta última es muy coqueta y cuenta con una pila de toneles que evidencian su producción vinícola.
Salimos de El Pego y enseguida comenzamos a disfrutar del premio a las subidas anteriores. Descendimos suavemente por un excelente camino una buena parte de los cinco kilómetros que separan esta localidad de La Bóveda de Toro. El tramo es prácticamente recto asi que lo mas interesante de él eran las vistas que nos iba proporcionando.
La última bajada antes de llegar a esta localidad nos permitió verla desde la lejania.
Entramos en La Bóveda por la zona de bodegas, decenas y decenas de cuevas excavadas bajo tierra.
Una vez terminada la zona de bodegas continuamos avanzando por sus calles hasta que llegamos a la iglelsia de San Juan Bautista.
No mucho más adelante llegamos a una calle ancha por la que continuamos hasta cruzar una carretera. Continuamos recto pero ya por un camino por el que dejamos atrás el pueblo.
Este camino está trazado en paralelo al cauce del río Guareña. Aunque alberga un ligerísimo ascenso íbamos rodando muy a gusto y a muy buen ritmo, superando los 25 km/h. De nuevo lo mejor de él lo encontrábamos a ambos lados del mismo.
Como íbamos rápido, la pista no podía estar en mejor estado, los kilómetros avanzaban rápido.
Tan rápido que no tardamos en ver las primeras viviendas de una localidad. Se trataba de Vadillo de la Guareña. Entramos en el pueblo y al llegar a un cruce de calles vimos que a la izquierda habia un par de puentes sobre el río Guareña. Nos acercamos hasta uno de ellos y desde él pudimos contemplar su cauce, aunque apenas podía verse porque está copado por carrizos.
Regresamos a la calle por la que íbamos, pasamos junto a la iglesia, que tiene varios añadidos, aunque la torre se ve antigua.
Salimos de Vadillo continuando en paralelo al río que da nombre a la comarca, si bien como dos kilómetros después nos desviamos a la derecha comenzando una subida mas acusada. Poco mas adelante giramos de nuevo, a la izquierda ahora, y nos enfrentamos a una zona con varios sube y bajas.
Al iniciar una de esas subidas salieron dos liebres de nuestra izquierda. Siguieron corriendo a toda prisa delante de nosotros y conseguimos captarlas, aunque de lejos, con nuestra cámara.
Aunque decididamente fuimos a por ellas, sirvió de poco porque cuando nosotros coronamos la subida ya no habia rastro de la pareja.
Desde la iglesia continuamos rodando por distintas calles de la localidad hasta que la abandonamos. Nada más dejarla atrás comenzamos un largo y tendido ascenso de casi cuatro kilómetros y medio.
Aún en ese tramo de subida cruzamos una zona que llamó nuestra atención. Se trataba de un gran pinar que rompía la hegemonía de los cereales.
Como es habitual, pasamos por distintas calles del pueblo para hacernos una idea de él y también lo hicimos por su iglesia.
Después de nuestro periplo por la localidad salimos de ella ascendiendo también. Nos quedaban unos cinco kilómetros hasta el final, pero estuvieron protagonizados por subidas y bajadas constantes.
Llegamos al coche y, aunque teniamos mucha sed porque la temperatura habia subido a 23º, evitamos la tentación de tomar primero la cerveza y después cargar las bicis, e hicimos esto primero. Tomamos las bebidas en la terraza del Bar Saúco, pero no nos podían dar de comer, así que nos dirigimos al cercano Restaurante Valentino, donde disfrutamos de una buena comida.
Cuando terminamos de comer regresamos a Zamora poniendo así fin a una estupenda jornada de bici y naturaleza.
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