Hace unos días, planificando una ruta, vimos en el mapa una laguna desconocida, la Laguna de Castrillo. Nos pareció buena idea ir a conocerla así que generamos una ruta hasta allí. Lo que no sabíamos es que se encuentra en el interior de una dehesa y que un par de cancelas nos impidieron llegar hasta ella. Eso sí, la zona nos encantó.
Los viajes, la pereza, la procesión y otras obligaciones impidieron a la mayoría de los bikers presentarse a la cita dominical, tan solo dos habíamos confirmado nuestra presencia y a las 9.30 h estábamos en el lugar de costumbre. La temperatura no era alta, ocho grados y algo de viento del oeste, y el cielo aparecía semicubierto, en cualquier caso nos pareció un día maravilloso después de lo malo que había hecho los días anteriores.Iniciamos la ruta dirigiéndonos al puente de Cardenal Cisneros, al terminar este bajamos las escalerillas y continuamos por el camino asfaltado que habitualmente utilizamos para ir a Villaralbo. Nada más pasar bajo la autovía a través de un pequeño túnel, giramos a la derecha para dirigirnos hacia otro camino asfaltado que también va a esa localidad. En ese tramo percibimos cierta ligereza en nuestra marcha, señal inequívoca de que el viento nos iba ayudando.
Con esa ayuda y el empuje de nuestras piernas llegamos pronto a Villaralbo. Cruzamos la localidad transitando por varias de sus calles para, finalmente, cruzar la carretera que la circunvala y continuar por el GR-14. Enseguida pudimos comprobar que el campo sigue luciendo sus mejores galas, la colza en plena explosión de su característico amarillo, los cultivos de cereales de intenso verde y las tierras aradas primorosamente esperando la siembra del maíz.
Pasamos por Madridanos casi de soslayo, por su izquierda. Pero poco después de dejar atrás la localidad nos desviamos a la derecha, bordeamos unas naves y volvimos a girar hacia el mismo lado para adentrarnos en una larga recta de casi cuatro kilómetros. Desde ese camino, ligeramente ascendente, pudimos obtener una buena vista de El Viso.
Tras esos kilómetros giramos noventa grados a la izquierda y poco después al lado contrario, entrando así en el camino habitual que bordea la zona denominada "Las Contiendas". Desde este ya pudimos percibir "El Viso" bastante más cerca.
Al terminar el descenso debíamos desviarnos ligeramente a la derecha por un camino que discurre entre dos zonas valladas pero no pudimos acceder a él porque tenía una cancela.
El sol se escondía y aparecía a criterio de las nubes, pero estas, el cielo y los contrastes entre las zonas de sombra y las soleadas de los campos de cultivo, formaban unas imágenes dignas de ver y que se hicieron merecedoras de ser captadas.
No tardamos mucho en llegar al punto donde, normalmente, nos desviamos para ascender a "Las Contiendas", pero en esta ocasión continuamos sin abandonar el camino por el que íbamos, si bien poco después cambiamos de dirección girando noventa grados a la izquierda.
Entramos en otro camino, una recta de nuevo de algo más de kilómetro y medio de longitud. Superado ese tramo viramos más de noventa grados a la izquierda para continuar por un camino que comenzó con un suave ascenso hacia "Las Contiendas", y que estaba rodeado de cereales y colza.
La subida no tardó en endemoniarse, llegando a ver en nuestro GPS hasta el 12% de ascenso. Además, no fue corta, como de un kilómetro.
Al culminarla y echar la vista a un lado pudimos contemplar una buena panorámica gracias a la altura ganada.
Tras un pequeño respiro proporcionado por una pequeña bajada, enseguida tuvimos que enfrentarnos a un nuevo ascenso, pero mucho más corto. Además, este nos premió enseguida con una espectacular bajada de casi kilómetro y medio.
Lo curioso es que la zona por la que rodábamos en ese momento no tenía nada que ver con la que habíamos dejado atrás poco más de un kilómetro antes. Los campos de cultivo dieron paso a una zona de monte donde las encinas, las jaras, las escobas, la lavanda y el tomillo lo cubrían prácticamente todo.
Poco más adelante también nos encontramos con enormes viñedos, productores de uvas de la Denominación de Origen Toro.
Al terminar el descenso debíamos desviarnos ligeramente a la derecha por un camino que discurre entre dos zonas valladas pero no pudimos acceder a él porque tenía una cancela.
Vimos en el mapa del GPS que si continuábamos por el camino que partía a nuestra derecha nos uniríamos con el que iba a ser el de vuelta de la Laguna de Castrillo en caso de haber podido llegar a ella. Decidimos prescindir de la laguna y seguir por esa opción. Un kilómetro más adelante nos unimos a ese camino de vuelta. Nos miramos los dos y dijimos casi al mismo tiempo: ¿y si intentamos llegar a la laguna yendo por el camino por el que deberíamos haber vuelto?
Giramos a la izquierda y rodamos unos dos kilómetros en los que tuvimos que realizar un pequeño ascenso, descendimos para enseguida volver a subir y, finalmente, nos dejamos caer por una larga cuesta abajo de casi un kilómetro y medio.
Al llegar abajo vimos a la izquierda, tras unos chopos, el camino que debíamos seguir y que nos llevaría hasta la laguna, pero nada más traspasar los árboles nos encontramos con una nueva cancela. Le preguntamos a un hombre que había por allí y nos dijo que el acceso estaba cortado porque la laguna estaba dentro de la Dehesa de Castrillo.
Resignados a no verla, giramos las bicis ciento ochenta grados y comenzamos a recorrer el mismo camino que nos había llevado hasta allí, pero en sentido contrario. Ello implicó enfrentarse a un largo ascenso rodeados, por la derecha de la dehesa y por la izquierda de monte y de grandes viñas.
Cuando llegamos a la intersección desde la que habíamos decidido intentar ir a la laguna por el camino de vuelta, seguimos adelante. Tras un pequeño descenso tuvimos que volver a forzar nuestras piernas porque la cuesta arriba así nos lo exigía. Los últimos metros de la misma los hicimos junto a un viñedo enorme.
Al culminar la cuesta tuvimos premio porque se veía una inmensidad de territorio gracias al esfuerzo de haber subido hasta allí.
El segundo premio nos llegó en forma de réditos por todas las subidas acumuladas y consistió en bajar durante casi un kilómetro y medio. Dicho premio incluía también poder disfrutar de preciosas vistas.
El último tramo del descenso nos llevó hasta una zona muy frondosa. No es de casualidad sino porque el Arroyo de Talanda pasa por ese valle.
El campo de colza que encontramos en la parte más baja nos pareció tan bonito que decidimos parar para hacer una foto de grupo, bueno, de minigrupo.
La última subida de este trayecto nos llevó a un alto desde donde comenzamos a descender hacia la localidad de Bamba.
En el camino entre Bamba y Moraleja fuimos sorteándolo rodando uno detrás del otro, "chupando rueda", como se dice vulgarmente.
Realmente Moraleja apenas lo tocamos lateralmente. En ese recorrido bordeando el pueblo encontramos este campo de colza que tan bien contrasta con el bonito cielo . Poco después pasamos junto al cementerio y desde allí continuamos hacia Villaralbo.
Al terminar de ver la procesión nos dirigimos a un bar donde saciar nuestra sed. Lo encontramos en la zona de Puerta Nueva. Allí nos tomamos una cerveza mano a mano y, al terminarla, desfilamos hacia nuestras casas.
Para descargar la ruta, haz clic en el logo de Wikiloc.
Powered by Wikiloc
No hay comentarios:
Publicar un comentario