Paramos con intención de hinchar pero, aunque parezca ridículo, no hubo manera de desenroscar el tapón. Desesperados intentamos hasta cortar la boquilla para, al menos, poder cambiar la cámara, pero tampoco pudimos. Como Morales estaba cerca, poco a poco llegamos hasta allí, y en la gasolinera, con ayuda de unos alicates y echándole un poco de gasolina, conseguimos quitar el tapón y poder hinchar, Pero para entonces el biker se había dado cuenta de que su cuentakilómetros-pulsómetro había desaparecido. Sin duda se había caído en el último tramo que habíamos realizado. Se dieron la vuelta dos y el milagro se hizo, lo encontraron en mitad del camino. Con todo ya en orden conseguimos retomar la ruta, si bien poco después hubo que parar a cambiar la cámara porque había vuelto a perder el aire.
Ya con la nueva cámara pudimos continuar, pero ¡qué mala es la envidia! La rueda delantera más adelante también precisó atenciones, pero en esta ocasión bastó con hinchar y el pinchazo, gracias al líquido, se subsanó.
Pero antes de todo esto, todo había comenzado en la Ciudad Deportiva. Allí nos encontramos cuatro bikers (sí, solo cuatro, se conoce que el cambio de hora y la amenaza de lluvia causaron estragos) con intención de hacer una ruta hasta Santa Clara de Avedillo ya que el viento soplaba del sur. Cruzamos el puente de Cardenal Cisneros, seguimos un pequeño tramo del GR-14 y terminamos saliendo a la rotonda de Moraleja, Arcenillas y Villaralbo. Allí mismo cogimos un camino que debería habernos llevado a Casaseca de las Chanas si no hubiera surgido, poco después de empezar a rodar por él, el incidente descrito en el párrafo anterior.
Así que, como variamos el track, a partir de Morales del Vino improvisamos, yendo hacia Pontejos.
Allí continuamos recto por buenos caminos que nos llevaron a las cercanías de Gema del Vino.
Bordeando esta localidad giramos a la derecha por la carretera que conduce a Jambrina, si bien, tras algunos sube y bajas nos desviamos a la derecha y continuamos por un camino que nos dejó a la entrada de esa localidad.
Sin llegar a entrar en este pueblo proseguimos por la carretera que va a Santa Clara de Avedillo. Los cuatro kilómetros que separan ambas localidades deberían haber sido poco más que un paseo, pero el viento en contra y un ritmo alto los convirtieron en un tramo duro (eso sí, con vistas).
Hicimos una breve parada en la plaza de este pueblo para reponer fuerzas y en pocos minutos nos subimos de nuevo en las bicis para iniciar el regreso. Decidimos hacerlo por carretera hasta Corrales del Vino. Tras superar las dos largas subidas que tiene este tramo, iniciamos el descenso, casi sin tiempo ni para contemplar el bonito paisaje desde esa altura.
En Corrales retomamos los caminos y cogimos el que conduce a Peleas de Abajo, localidad a la que llegamos enseguida porque fuimos a un ritmo elevadísimo. Desde Peleas fuimos a Cazurra y de Cazurra a Pontejos. Desde este pueblo volvimos de nuevo a Morales del Vino y, tras cantarle a uno de los nuestros el "Cumpleaños feliz" a la puerta de su casa, cogimos el carril bici a Zamora.
Este nos puso a los pies de la capital en pocos minutos. Poco antes del "Ruta de la Plata" empezó a llover, pero lejos de enfadarnos nos pareció una suerte, porque la previsión indicaba que llovería con toda probabilidad desde las 11 h. y eran ya más de las 13 h.
No sabemos si sería el miedo a la lluvia, o las ganas de llegar, o lo que fuera, pero el caso es que habíamos hecho los más de 25 km. que nos separaban de Santa Clara de Avedillo en sesenta y tres minutos. ¡No estuvo mal! Quizás, y no es por quitarnos méritos, haya que tener en cuenta que el viento nos daba parcialmente de espalda y que el perfil desde allí es descendente.
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