Como estábamos alojados en Santa María de Redondo nos desplazamos con tres coches hasta Salinas de Pisuerga, la localidad incluida en la ruta más cercana a Cervera de Pisuerga, para iniciar allí este periplo por el Románico Palentino (la ruta original comienza y termina en Aguilar de Campoo).
La primera iglesia que vimos, obviamente, fue la de San Pelayo, en el propio Salinas, aunque hay que aclarar que no es románica.
Tras hacernos la foto cruzamos el cercano puente sobre el Pisuerga y giramos a la derecha para situarnos junto al río, siguiendo por la ribera de este hasta Barcenilla de Pisuerga.
Aquí deberíamos haber parado también en su iglesia, que tampoco es románica, pero nos despistamos, y no la vimos.
Saliendo de esta localidad el camino iba entre campos cultivados. Precisamente cruzando una de estas tierras vimos un buen ejemplar de ciervo que terminó escalando por una ladera hasta que lo perdimos de vista.
Poco después comenzamos a atravesar un bonito bosque de robles. Al terminar este entramos en la siguiente localidad, Barrio de Santa María. Allí enseguida encontramos la Iglesia de Nª Sª de la Asunción. Esta en origen si fue románica, aunque tras varias reformas poco queda de este estilo en ella.
Continuamos avanzando y nos dirigimos a la cercana ermita de Santa Eulalia, que está también en el término de Barrio de Santa María. Ascendimos hasta la puerta y, tras bajarnos de las bicis comprobamos por qué se la considera uno de los ejemplos más puros del románico norte. Eso sí, cometimos la torpeza de no entrar, por no darnos cuenta de que tenía frescos originales en el ábside.
Volvimos por carretera de nuevo al centro de la localidad y continuamos el track. Allí comenzó una subida que se prolongó durante más de 3 km. y que cada uno de los seis fue subiendo a su ritmo.
Tras reagruparnos al llegar arriba continuamos rodando. Desde el camino, como estábamos a bastante altitud, pudimos contemplar la práctica totalidad del embalse de Aguilar. Como el perfil se tornó descendente rodamos a buen ritmo y no tardamos mucho llegar a la ermita de Santa Cecilia, en Vallespinoso de Aguilar.
En Vallespinoso comimos algo y continuamos hacia Aguilar. En este tramo nos encontramos descensos y ascensos continuos. Algunos tramos del camino parecían ser de reciente creación y estaban abiertos con maquinaria pesada en un bosque de robles.
Una vez terminado el bosque realizamos varios ascensos y descensos de nuevo entre campos de cultivo. Tras culminar el más largo cruzamos una carretera principal y continuamos por otra carretera que, tras un serpenteante descenso, nos llevó hasta la presa del embalse de Aguilar.
Nada más cruzarla giramos a la derecha para descender por un camino que nos llevó hasta otra carretera asfaltada con un carril bici por el que rodamos hasta casi la entrada de Aguilar. Nos volvimos a desviar a la derecha y continuamos por un camino paralelo al río hasta que lo abandonamos para dirigirnos al Monasterio de Santa María la Real, siguiente parada de esta ruta.
Una vez hechas las fotos de rigor rodamos por un bonito paseo hasta el centro de la localidad. Allí, junto al río, hicimos una parada para disfrutar de una caña, del sol, de la buena temperatura y de la compañía de las "Galanas", con las que quedamos allí.
Tras la caña decidimos que el parque de enfrente podía ser un buen lugar para comer, así que nos dirigimos allí para hacernos los bocadillos. La intendencia y la logística trabajaron muy bien y en pocos minutos estábamos disfrutando de buen fiambre, buen pan y buen melón.
En cuanto terminamos, cinco de nosotros volvimos a las bicis y el sexto decidió quedarse porque estaba teniendo problemas. Regresamos por el mismo paseo hasta el Monasterio e iniciamos el ascenso hasta la presa. Lo hicimos por carretera, para que no se nos atragantara la comida.
Al llegar a la presa continuamos bordeando el embalse aunque enseguida empezamos a separarnos de él y a seguir ascendiendo. Pasamos junto a la campa preparada para la Hixpania Hard Enduro que se estaba celebrando en esas fechas allí mismo.
Tras recorrer los pocos más de 4 kilómetros que separaban Cervo y Matalbaniega divisamos un costado de la iglesia de San Martín Obispo, adosada en tiempos a un monasterio.
Tiene la particularidad de tener nada menos que setenta y dos canecillos, algunos de ellos muy curiosos.
Tras admirar la iglesia y hacernos la foto, volvimos a sentarnos sobre nuestros sillines para proseguir hacia Villavega de Aguilar.
Alguno aprovechó para iniciar en ese punto una contrarreloj ;)
La distancia a recorrer fue corta y además casi toda descendiendo entre campos de cereales.
Llegamos a Villavega de Aguilar y enseguida encontramos su iglesia, llamada San Juan Bautista.
Aunque es de finales del siglo XII tiene muchos añadidos. Tras bajarnos y verla con más detalle, volvimos a posar para hacernos la foto. En cuanto se cerró el obturador cogimos nuestras bicis para salir hacia la iglesia de Santa María la Real, de Cillamayor.
Para llegar allí tuvimos que desandar algunos cientos de metros para volver al track. La distancia entre ambas iglesias no era muy grande, pero eso sí, prácticamente fue un ascenso casi en su totalidad, y ya se empezaban a notar en las piernas los kilómetros.
Al llegar a la localidad, descendimos hasta la iglesia. Allí contemplamos su armonía de proporciones y los bonitos canecillos de su abside.
Y como empezó ya a ser tradición, nos hicimos la foto y continuamos. La próxima parada era Matabuena.
Salimos de Cillamayor subiendo la misma cuesta que unos minutos antes habíamos bajado, nos desviamos a la derecha y de nuevo nos enfrentamos a otra subida, esta muy larga, hasta el mismo Matabuena. Además, la iglesia se encuentra al final de una rampa de una inclinación que a esas alturas parecía del cincuenta por ciento.
Después de coger aliento y posar para la foto volvimos a nuestras bicis para ir hacia la penúltima localidad por la que teníamos que pasar, Bustillo de Santullán.
La iglesia, ermita en este caso, llamada de San Bartolomé, para no variar estaba en la parte más alta del pueblo. Llamó nuestra atención el variado color de sus sillares. Tuvo una gran reforma en el siglo XVI que dejó poco a la vista de su románico primitivo.
Como veíamos ya cercano el final en esta nos descuidamos y no hicimos la obligada foto antes de partir hacia la siguiente, y última etapa.
Descendimos hasta llegar a la parte más baja del pueblo, allí giramos a la derecha hasta que nos encontramos con la carretera. Volvimos a la izquierda para seguirla. Tras subir una cuesta comenzamos a bajar hasta que llegamos a la localidad de Villanueva de la Torre. Vimos que la iglesia estaba separada del pueblo en un alto así que, como teníamos ya ganas de terminar, nos conformamos viéndola desde la propia carretera. La verdad es que la estampa que ofrecía desde allí era muy bonita.
Continuamos rodando y, aprovechando que lo hacíamos por asfalto y con perfil ligeramente descendente, el último tramo lo hicimos con rapidez, a pesar del viento que nos daba de cara. Llegamos enseguida a Salinas de Pisuerga, donde paramos a saciar nuestra sed, ya que el impropio calor de octubre y la falta de agua en nuestros bidones, hizo que estuviéramos deseando llegar para poder beber algo.
Cuando terminamos las bebidas nos dirigimos hacia los coches, cargamos las bicis y regresamos a Santa María de Redondo, satisfechos, contentos de haber hecho esta bonita ruta, de paisaje variado, de cierta dureza, y de preciosas iglesias románicas.
Queremos comentar que la reciente señalización que se han instalado hace poco es perfecta. No hay un solo camino donde se dude hacia dónde seguir. Nuestra sincera enhorabuena a la Diputación de Palencia y a sus técnicos por este gran trabajo.
Para descargar la ruta haz clic en el logo de Wikiloc.
Relive 'Morning Oct 13th'