16 de octubre de 2024

La Cascada de la Palia

En el término de Videmala de Alba, muy próxima al río Aliste, alimentada por un arroyo con un nombre muy singular, del Salto del Agua, se encuentra la Cascada de la Palia. No tiene mucha caída pero el lugar donde se encuentra tiene encanto. Además, si se tiene prisa se puede visitar sin caminar mucho y, por lo tanto, en poco tiempo.


Teníamos planificada una ruta de senderismo de unos 11 km. El protagonismo era de la cascada pero estaba previsto realizar un recorrido bastante más largo que la visita a la cascada de agua, pero, aunque de Zamora salimos sin lluvia al llegar a Carbajales de Alba había nubes bajas y llovía. Nos acercamos hasta el punto desde donde íbamos a partir, pero la situación no cambió en absoluto. Regresamos a Carbajales a tomar un café y hacer tiempo. Diez minutos después salimos del bar y todo seguía igual. Como habíamos leído que la estación de tren había sido restaurada decidimos ir hasta allí para poderla contemplar. Recorrimos en el coche los casi cinco kilómetros que la separan de la localidad y pudimos ver lo bonita que ha quedado una vez repuesto el tejado y pintadas sus fachadas. 

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Terminada la visita, seguía lloviendo... Volvimos a Carbajales y visitamos El Fuerte. Esta construcción data de  entre los siglos XVII y XVIII como parte de la línea de fortalezas españolas cuya misión era defender este lado de la frontera en los continuos conflictos que enfrentaron a españoles y portugueses tras la independencia de Portugal. De toda la estructura solo se conserva parte de uno de los cuatro muros de la estrella interior, es decir muy poco.  


Terminada la visita a El Fuerte llovía ya poco así que volvimos a desplazarnos al punto de salida, la entrada al puente de la carretera ZA-P-2439, que une Carbajales y Fonfría. Justo antes de este hay una pequeña esplanada donde aparcamos el coche.

Como el cielo nos daba pocas esperanzas decidimos variar la ruta que pensábamos hacer e ir directamente a la cascada. Para ello cruzamos el puente desde donde teníamos buenas vistas. 


Una vez al otro lado del río, continuamos caminando por la carretera, ascendiendo ligeramente a lo largo de algo más de 500 m, hasta llegar al camino que parte a la izquierda. 


Ese camino desciende hasta prácticamente el mismo nivel del río Aliste. Al tiempo que bajábamos íbamos disfrutando de buenas vistas.



El camino nos llevó hasta un punto en el que, o bien cruzábamos al otro lado del cauce del arroyo del Salto del Agua, o continuábamos recto. Seguimos recto por un estrecho sendero, pasamos junto a varios castaños y pudimos disfrutar de un paisaje totalmente diferente porque, casi por arte de magia, empezaron a desaparecer las nubes y a abrirse algún claro. Y es que cómo gana todo cuando aparece el tecnicolor...


El senderito, casi tapado en algún momento por la vegetación nos llevó en pocos cientos de metros hasta la cascada. No teníamos mucha confianza en que tuviera agua, pero gracias a las lluvias de los últimos días el arroyo dejaba caer unas chorreras. El lugar tiene encanto porque el agua se ha abierto paso en medio de una pared rocosa y, gracias a la humedad, hay verdor por todos lados.


Después de hacer algunas fotos iniciamos el regreso desandando todo el camino hasta regresar a la carretera. Eso sí, el paisaje, ahora lleno de color, no parecía el mismo que a la ida.



Al llegar al asfalto vimos que era pronto por lo que decidimos hacer una parte del recorrido previsto, en concreto lo que deberíamos haber hecho antes de dirigirnos a la cascada. Así que continuamos por la carretera dirección Fonfría. Esta casi no dispone de arcén pero apenas tiene tráfico. Recorrimos por ella como un kilómetro y medio de ascenso suave pero continuo.


Abandonamos el asfalto para seguir por el único camino que surgió a nuestra derecha. Nada más entrar en él volvimos a cambiar de dirección y continuamos, de nuevo, por la derecha. El camino es ancho y está rodeado, en un principio de jaras, escobas y encinas, y más adelante de pastos y encinas.


Después de dos kilómetros nos desviamos a la izquierda para proseguir por un camino con un descenso pronunciado. Desde esa zona pudimos contemplar buenas panorámicas del río Aliste, muy ancho en esta zona porque está próxima a la desembocadura en el embalse de Ricobayo. 


No mucho después continuamos por otro camino que surgió a nuestra derecha, más empinado que el anterior tramo, que nos acercó a la orilla del río. En esos momentos los claros ya habían desaparecido y nos cayeron unas gotas, pero el susto se quedó solo en eso. Ya cerca de la orilla proseguimos en dirección hacia el puente, al que llegamos en poco tiempo.


Finalmente lo cruzamos temiendo que en cualquier momento volviera a llover pero tuvimos suerte y nos dimos cuenta de que, gracias a la lluvia de primera hora de la mañana, habíamos visto la estación, El Fuerte y nos había dado tiempo a hacer la ruta, casi en su totalidad (nos quedó una parte por hacer).




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