3 de octubre de 2024

Sayagueando desde Villadepera

 Si algo podemos decir de la comarca de Sayago es que no defrauda. No importa la estación en la que la recorras porque en todas hay algo bueno. Hoy hemos realizado una bonita ruta recorriendo una buena parte de ella y ha merecido la pena, sobre todo por los contrastes de paisajes y de relieve que nos hemos encontrado.


Programamos la salida desde Villadepera, por lo que partimos de Zamora en dos coches sobre las 9.15 h. para tratar de llegar allí sobre las 10.00. Aparcamos, nos preparamos y comenzamos a rodar alrededor de las 10.15. 


Nos dirigimos hacia la carretera que cruza el pueblo, recorrimos por ella un pequeño tramo y casi a la salida del mismo nos desviamos a la izquierda, siguiendo las indicaciones del GR-14 (la Senda del Duero). El comienzo no pudo ser más bonito, un sendero descendente rodeado de encinas repletas de musgo, al igual que las piedras de las paredes que delimitan las "cortinas".



Después del descenso comenzamos a subir. Las rampas no eran importantes pero como aún estábamos "fríos", se nos atragantaron un poco. Enseguida el sendero desembocó en un camino más importante por el que continuamos. 


Unos dos kilómetros más adelante nos desviamos a la izquierda para seguir por un sendero que nos llevó hasta la Fuente de la Santina. 


Esta fuente es muy apreciada por la gente de la zona por sus aguas ferruginosas y medicinales, con mucho hierro y sulfuros a la que se le atribuye propiedades curativas 

Alrededor de la fuente se pueden encontrar bebederos pequeños para el ganado, que los propios pastores rellenaban de agua con el objetivo de evitar la transmisión de enfermedades si utilizaban el manantial.


Poco después de dejar atrás la fuente nos incorporamos a un camino hacia la derecha. Este atravesaba una zona muy bonita repleta de encinas.


Después de unos dos kilómetros casi hicimos un giro de ciento ochenta grados, salimos del encinar y comenzamos a rodar por un camino típico sayagués.


Este es prácticamente descendente hasta Villardiegua, si bien en un momento tuvimos que esperar a que una espectadora cruzara al otro lado del camino.


Ya en Villardiegua hicimos la "obligatoria" parada en el verraco prerromano de la II Edad del Hierro, encontrado en un castro próximo, conocido popularmente como la yegua y que, probablemente, sea el origen del nombre de esta localidad.


Nos entretuvimos poco en los posados y pronto nos subimos de nuevo a las bicis para dirigirnos hacia la zona de Peñarredonda, distante unos 6 km. Primero descendimos por una buena pista, enseguida empezamos a rodar en paralelo al cauce del arroyo del Pontón. Siguiendo este más adelante nos desviamos a la derecha para rodar por una senderito que nos llevó hasta un molino.


Poco después cruzamos al otro lado de dicho cauce, ahora sin agua, por encima de un típico puente de lajas.


Tardamos poco en volver a encontrarnos con otro del mismo tipo, por el que también cruzamos.


También nos encontramos con grandes afloramientos de granito, tan comunes en Sayago.


Finalmente el sendero, no siempre visible, nos llevó hasta un camino ancho y de buen firme. Nos unimos a él girando hacia la izquierda y poco después llegamos a los restos del Castro de San Mamede, que está muy cerca de Peñarredonda.

Dos de los cuatro que íbamos nos acercamos a un mirador para contemplar el río Duero, ya en plenos Arribes.


Los otros dos continuaron por el GR-14. Y enseguida se incorporaron a la Senda del Duero los que habían ido al mirador. Descendimos primero hacia un valle para enseguida comenzar a ascender por una ladera. Tras una parada para traspasar una cancela continuamos ascendiendo por un sinuoso camino con zonas con enormes grietas realizadas por los torrentes de agua de lluvia y rodeados de nuevo de encinas.

Como suele ocurrir al ascenso le siguió una bajada que nos llevó hasta los famosos chiviteros de Torregamones, donde nos encontramos con los dos compañeros que habían ido por delante. 


Los chiviteros son antiguas construcciones que se utilizaban los pastores para proteger a Su nombre curioso: «Chiviteros».


Tras otra sesión de fotos algunos comimos una barrita y en cuanto terminamos de masticar salimos del recinto para volver al camino.


Recorrimos este, llamado el Camino de los Arrieros, durante casi cinco kilómetros con una ligera pendiente en muchos tramos. 


Lo abandonamos para girara a la derecha y dirigirnos así con dirección a la carretera de Miranda. Volvimos a levantar expectación a nuestro paso...


 Para evitar rodar por el asfalto realizamos varios cambios de dirección recorriendo varios tramos de otros tantos caminos. 


Alguno casi cerrado por la vegetación.


Llegamos a la carretera, la cruzamos y continuamos de frente. No tardamos mucho en girar a la izquierda, volviendo al GR-14, que en pocos metros nos llevó hasta un bonito molino que aprovechaba las aguas del arroyo de la Saz. 


Continuamos en paralelo al cauce seco, en este época, de dicho arroyo y ya cerca de Gamones nos encontramos con otro precioso puente.


Rodando entre paredes de piedra que delimitan las cortinas llegamos a Gamones. 


Recorrimos algunas calles de este pueblo, que aún conserva su esencia sayaguesa, hasta llegar a la carretera que lo cruza. Seguimos por ella hasta sobrepasar la salida del pueblo. 


Nos desviamos a la izquierda y poco después a la derecha, para entrar en un bonito camino flanqueado por paredes y encinas.


Poco después volvimos a cruzar la carretera de Miranda y unos cientos de metros más adelante llegamos a Torregamones. Allí un muñeco invitaba a ir más despacio para mayor seguridad.


Salimos de Torregamones con dirección a Moralina, pero antes hubo que recorrer un trecho que nos llevó a cruzar de nuevo la carretera de Miranda. En el primer tramo el sol quiso acompañarnos durante unos minutos agradecimos que pintara todo de color.



Fue inevitable recordar que hacía tres meses habíamos pasado por ese mismo camino en dirección contraria dirección Miranda, en nuestra primera etapa de la ruta Zamora-Peniche.


Llegamos a Moralina poco después de ese cruce de la carretera. Para entonces el sol había vuelto a quedar oculto por las nubes.


Dejamos atrás esta localidad descendiendo por un camino no muy pisado denominado "de Requejo". Pronto comenzó a chispear y no tardó en llover de verdad.


Pero el chubasco duró poco y pudimos continuar bajando sin novedad. Al llegar al valle comenzamos a ascender y nos volvimos a incorporar al GR-14.


En ese tramo tenía buen firme, pero más adelante por seguir la Senda del Duero, nos desviamos de ese camino de mayor importancia para seguir por otro más estrecho con continuos sube y bajas.


A estas alturas ya teníamos ganas de llegar a Villadepera, y no se hizo esperar porque en pocos minutos estábamos pisando sus calles. 


Dudamos si cargar primero las bicis y después tomar una cerveza, o viceversa. Finalmente se impuso la cordura y nos dirigimos al bar montados en nuestras bicis antes de nada. 

Después de reponernos las cargamos con alegría. Nos aseamos y nos dirigimos a Bermillo de Sayago, donde comimos en el Bar Restaurante Coletto. Allí pudimos comer, pero también comentar esta preciosa ruta a la que lo único que le faltó fue que el día estuviera soleado y también pudimos hablar de otros planes futuros. Al terminar, cada mochuelo se fue a su olivo. 



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