31 de enero de 2025

Pozo de los Humos y Cascada del Pinero (Cola de Caballo)

Las borrascas Herminia e Ivo trajeron lluvias y viento durante toda la semana. Como no hay mal que por bien no venga, esas lluvias aumentaron el caudal de los ríos y también sus cascadas cobraron fuerza. Quisimos dar fe de ello caminando desde Masueco al Pozo de los Humos y desde este a la Cola de Caballo (Cascada del Pinero).


Para realizar esta ruta de senderismo tuvimos que desplazarnos hasta la localidad salmantina de Masueco. A las 9.15 h salimos de Zamora seis andarines distribuidos en dos coches. Llegamos allí como una hora y  media después. Tras tomar un café iniciamos la ruta desde detrás de la iglesia. Al final de la calle seguimos por la de la izquierda (a la derecha para los coches) y al terminar esta continuamos hacia la derecha entrando enseguida en el camino que conduce a la cascada. En su primer tramo es sombrío y va entre arbolado por lo que, debido a la helada existente, hacía fresco, unos 5º. 


En la primera bifurcación que nos encontramos, a poco más de 500 m de la salida, tomamos el camino de la derecha. Aquí se ensancha algo y está más abierto. El sol ya nos daba directamente y se agradecía enormemente.


En esa zona hay muchas fincas con olivos que están primorosamente cuidadas. Algunas de ellas albergan decenas de estos árboles centenarios.


Después de un kilómetro y medio de suave descenso desde la primera bifurcación llegamos a un ensanchamiento del camino, un pequeño aparcamiento. Hasta ahí se puede llegar con coche pero no es recomendable porque siempre hay líos los fines de semana y festivos entre los coches que llegan y los que se quieren ir, y más pudiendo hacerlo por un camino tan agradable y fácil para cualquier persona, salvo que esté enferma o tenga algún tipo de discapacidad.

Nada más pasar el aparcamiento el camino gira  a la derecha y comienza una bajada muy pronunciada de unos quinientos metros. Desde ella ya se puede ver el comienzo de la cascada y el "humo" que produce cuando el río lleva mucho caudal. 

Tras esa bajada inicial el camino hace un giro de casi 180º y continúa con una inclinación importante. Desde esta zona, mirando a la derecha se puede ver el cauce del río Uces en el tramo anterior a su caída al vacío.


El camino va describiendo un suave curva hacia la derecha. En la última parte hay un tramo plano, una pequeña subida y un último tramo de bajada que conduce ya al mirador desde donde admirar la cascada. 

Esta tiene una caída de 50 m y uno de los primeros en darla a conocer fue Miguel de Unamuno, que realizó dos visitas al lugar. Debido a ello el Ayuntamiento puso el nombre de Senda Unamuno al camino que hemos descrito en las líneas anteriores.

El mirador colgante realizado hace unos años facilita ver la cascada es su totalidad, una visión imposible sin él. 


Lo cierto es que esta caída de agua es impresionante y más tras las lluvias de días anteriores, recibidas por el río Uces a lo largo de su cauce. 



Después de disfrutar de las vistas y de hacer las fotos de rigor continuamos con nuestra caminata desandando el camino. Primero ascendiendo el kilómetro y doscientos metros que nos separaba del aparcamiento, una subida que nos hizo sudar porque la inclinación en muchos tramos está en torno al veinte por ciento. Una vez en el aparcamiento continuamos dirección Masueco unos ochocientos metros más, también de ascenso, pero más suave, y llegamos a un cruce de caminos. Nos desviamos a  la derecha y continuamos subiendo algo más por una pista ancha. 

Por la zona encontramos más plantaciones de olivos y algunas vides viejas, algunas abandonadas pero otras cuidadas para que produzcan uva de nuevo.


Después de unos quinientos metros el camino muere en otro perpendicular a él. Nosotros tomamos la opción de la derecha para ir hacia la Cascada del Pinero. En el primer tramo pudimos disfrutar como un kilómetro de la ausencia de subidas o bajadas pero tras él comenzamos a descender suavemente.


Esa bajada se prolongó a lo largo de un kilómetro y medio más o menos. Tras recorrer esa distancia llegamos a una explanada en la que nos desviamos a la derecha. El descenso se hace más pronunciado y bordeando el camino encontramos preciosos olivos centenarios.



Después de unos cuatrocientos metros el camino se convierte en una senda que baja abruptamente zigzagueando hacia la cascada que íbamos buscando que, cuando la vegetación lo permitía, ya veíamos.


Poco antes de terminar el descenso nos permitimos de hacer un pequeño receso para recuperar fuerzas.  


Tras la parada continuamos adelante y ya tuvimos la ocasión de ver la cascada en su totalidad, con su caída de unos 30 m. 


El acceso no es a la base de la misma sino a un paso que está como a la mitad de la cascada. Este último tramo cuenta con una cadena en el lado izquierdo como protección para evitar caídas al vacío, pero no es peligroso. 


El sendero pasa por detrás de la cascada, así que nos dispusimos a ir de uno en uno para hacernos fotos. Al acercarnos a la propia calzada fue inevitable recibir las gotas que desprenden las rocas de alrededor, pero nadie se mojó más que eso.


Como vimos que el camino continuaba tras el paso tras la cascada consultamos el mapa y vimos que podíamos seguir por este en lugar de desandar el camino de ida como teníamos previsto.

Esta senda es muy estrecha, sobre todo en el primer tramo, está rodeado de mucha vegetación y algunas rocas y es muy empinada. Después desciende un pequeño tramo y vuelve a subir. También hay que añañdir que es un sendero muy bonito si bien de cierta dureza.


Casi un kilómetro después de iniciar la subida pudimos contemplar una impresionante vista del río Uces. 


Continuamos ascendiendo como un kilómetro más protegidos del sol por arbolado en muchos tramos y siguiendo el camino que iba haciendo ziz zag para evitar una subida de mayor dureza. 


Después de ese tramo llegamos a una zona ya solo con olivos y donde el sendero se convirtió en una pista ancha. Pensábamos que el ascenso había terminado pero aún nos restaba un tramo de unos quinientos metros entre fincas de olivos y eso sí, con menos inclinación.


Terminamos desembocando en la pista por la que habíamos ido hacia la cascada. Nos incorporamos a ella hacia la izquierda y desde ese punto la ruta ya tuvo poca historia, salvo que recorrimos poco más de dos kilómetros hasta llegar de nuevo a Masueco. Al llegar nos dirigimos al Bar Pozo de los Humos. Nos instalamos en la terraza en la que daba el solecito y donde se estaba de maravilla. Tanto es así que, estando allí tomando una merecida cerveza, decidimos no buscar dónde comer y pedir allí mismo unos bocadillos de lomo y queso que nos supieron a gloria bendita. Y es que en enero, aunque sea en su último día, poder comer en una terraza al sol es un lujo no comparable al mejor de los restaurantes.

 


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