Todo cambia, todo evoluciona y Bikers Duri también lo hace, pero sólo en su apariencia, seguimos siendo los mismos, nos sigue uniendo la misma afición y seguiremos recorriendo los caminos para disfrutar de nuestra amistad y de la naturaleza.
Nuestro logo ha evolucionado. Desde hace más de 5 años manteníamos la misma imagen, si bien en alguna ocasión ha variado el colorido; sin embargo ahora ha cambiado casi por completo aunque, como podéis ver la esencia es la misma.
El cambio más significativo es la figura del bíker. Aunque el originario era un ciclista con su bicicleta de montaña, a más de uno le parecía un motorista sobre su moto de cross. Ahora claramente es un ciclista de mountain bike. Lo demás son pequeños retoques.
Esperamos que os guste.
28 de octubre de 2019
27 de octubre de 2019
Al Molino de La Viñuela
Hoy se celebraba la marcha Titán Matacucos y uno de los bíkers se había apuntado. Como no nos gusta dejar a nadie solo le dijimos que no fuera y él contestó que no iría siempre que la alternativa fuera una buena ruta. Y así lo intentamos.
Esa "buena ruta" ya la habíamos hecho casi igual algunos de los siete bíkers que hoy nos dimos cita en el lugar habitual, pero aún así merecía la pena. Eso sí, finalmente fuimos seis porque el séptimo tenía un problema con el mando del cambio y no fuimos capaces de solucionarlo.
Dejamos atrás Zamora cruzando el Puente de Piedra, recorriendo San Frontis y tomando el GR-14 tras cruzar la carretera de Bermillo. Los primeros kilómetros los hicimos con frío. Las previsiones eran de una mañana de temperatura agradable, en la que haría casi calor al filo del mediodía, y no nos abrigamos; y la realidad fue que el sol no salió y eso provocó que no entráramos en calor.
Esa "buena ruta" ya la habíamos hecho casi igual algunos de los siete bíkers que hoy nos dimos cita en el lugar habitual, pero aún así merecía la pena. Eso sí, finalmente fuimos seis porque el séptimo tenía un problema con el mando del cambio y no fuimos capaces de solucionarlo.
Dejamos atrás Zamora cruzando el Puente de Piedra, recorriendo San Frontis y tomando el GR-14 tras cruzar la carretera de Bermillo. Los primeros kilómetros los hicimos con frío. Las previsiones eran de una mañana de temperatura agradable, en la que haría casi calor al filo del mediodía, y no nos abrigamos; y la realidad fue que el sol no salió y eso provocó que no entráramos en calor.
Y no lo hicimos hasta poco antes de llegar a Tardobispo, y no porque subieran las temperaturas, sino porque hubo que subir unas ligeras pendientes. Tras pasar esta localidad continuamos por el trazado del GR-14 hasta La Pueblica sin más novedades que alguna zona con barro. Aún así, menos de lo que esperábamos con toda la lluvía caída durante la semana.
Tras pasar esas zonas de barro, llegamos al conocido como Puente Potato, que cruza la ribera del Campeán y que era parte del camino tradicional que unía Zamora con Ledesma. Lo cruzamos y seguimos adelante hacia Pereruela.
Cuando llegamos junto a la carretera, en vez de seguir el camino habitual que va a la izquierda de esta, decidimos aventurarnos por uno de reciente factura que, como imaginábamos, también nos llevó hasta Pereruela. Allí volvimos al GR-14 y no lo abandonamos hasta las proximidades del Puente de Las Urrietas.
Antes de cruzar dicho puente giramos a la derecha y seguimos rodando por otro nuevo camino, abierto sobre otro más estrecho existente, que ya no abandonamos hasta nuestro destino, si bien en un momento dado se termina el nuevo y continúa el viejo trazado.
Sin duda ahí empieza lo más bonito de la ruta, un descenso en el que se empieza a divisar el Duero, en su lento transcurrir hacia Portugal, y donde empieza a estar encajonado, preludio de Los Arribes.
Unos cientos de metros más adelante no pudimos por menos que pararnos a admirar el paisaje que, sin duda, y a pesar de la falta de sol, nos pareció impresionante.
Desde allí ya divisábamos nuestro destino, el molino que unos llaman La Central y otros de la Viñuela. En cualquier caso, un bonito molino caracterizado por tener forma de barco. Tras la pequeña parada volvimos a las bicis y el camino parecía llevarnos en sentido contrario al molino, si bien poco después realiza un giro de casi 180º, que nos enfiló de nuevo hacia él.
En el último tramo el camino se convierte en una senda muy bonita, rodeada de escobas y vegetación baja. Al llegar a las cercanías del molino paramos y aprovechamos para admirar el paisaje y para retomar fuerzas comiendo algún tentempié.
Justo cuando íbamos a abandonar el lugar el sol quiso hacernos un guiño, iluminándolo todo y brindándonos así una vista totalmente diferente.
Tras la parada nos enfrentamos a la larga y empinada cuesta que teníamos que ascender. Poco a poco y cada uno a su ritmo lo fuimos logrando.
Después de pasar de nuevo junto al puente de las Urrietas volvimos a pisar el GR-14 con dirección a Pereruela, pero enseguida cogimos otro nuevo camino que salía a nuestra izquierda. Tal y como esperábamos no mucho después giraba a la derecha y terminó por sacarnos de nuevo al GR-14, en las proximidades de Pereruela.
Tras atravesar de nuevo esta localidad continuamos hacia San Román, primero, de nuevo por un camino recién arreglado, y más tarde por una pradera, conocida como la del Terror, porque suele acumular agua, aunque hoy no era el caso.
No tardamos mucho en llegar a las proximidades de San Román, donde volvió a haber camino. Descendimos hacia la parte baja del pueblo, aunque enseguida hubo que ascender por sus empinadas calles.
Y el ascenso continuó también después del pueblo, en esta ocasión por la carretera, hasta que al llegar a la parte más alta nos desviamos para coger el camino que lleva a La Carva. No tardamos mucho en empezar a descender, y lo hicimos prudentemente porque las últimas veces que habíamos pasado por allí el firme estaba en muy mal estado. Pero las lluvias han afianzado el terreno y estaba mejor de lo esperado. Además las vistas durante la bajada eran magníficas, al estar toda la ribera del Duero repleta de los colores del otoño.
Desde allí, rodamos en paralelo al río y proseguimos hacia Carrascal, y eso incluye un par de subidas que ya empezaban a pesar en las piernas.
No llegamos a entrar en esa localidad, en realidad la dejamos a un lado. Seguimos rodando, con Zamora ya a la vista, y salvando los pequeños sube y bajas que fuimos encontrando. En un momento dado, ya cerca de la capital, viramos a la izquierda para seguir por una vía de cemento que, tras un ascenso y un descenso nos dejó muy cerca del puente de los Poetas.
Lo cruzamos porque queríamos ir a lavar las bicis, y continuamos hacia el Centro Comercial Valderaduey, donde pudimos quitar los pegotes de barro que traíamos por todos lados. Tras el lavado nos volvimos a montar en las bicis para ir a tomar algo que nos hidratase, y qué mejor que unas cañas...
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Relive 'Morning Oct 27th'
15 de octubre de 2019
Recorriendo las Hoces del Duratón
Al terminar la ruta de las Hoces del Duratón hubo unanimidad entre los seis bíkers que la hicimos: era una de las más bonitas que habíamos hecho hasta ese momento. Y eso a pesar de que tuvimos que cruzar el río Duratón (sin puente) dos veces, subir un risco tirando de la bici, tirar de ella por una pasarela con escalera incluida y bajarnos bastantes veces para salvar pasos de piedra imposibles de ciclar. Pues bien, a pesar de todo ello, nos encantó.
Tras haber hecho el día anterior Ávila-Segovia, nos recogieron las Galanas y los que no la hicieron en bici en esta última ciudad. Desde allí nos desplazamos en los coches a Cantalejo, donde pernoctamos, y de donde partimos a las 9.30 de la mañana.
Los primeros 4 km los realizamos por una carretera local que une Cantalejo y Sebúlcor. El día había amanecido sin una nube, la temperatura era correcta y todo parecía indicar que íbamos a disfrutar...
Después de pasar Sebúlcor nos desviamos a la izquierda para coger un camino flanqueado mayoritariamente por pinos. Como suele pasar en los pinares nos topamos con varios bancos de arena que dificultó nuestro paso e incluso nos obligó a bajarnos en más de una ocasión.
Poco después empezamos a encontrar más frondosidad, los pinos dieron paso a los chopos, y es que nos estábamos acercando al río Duratón. El otoño que, aunque no estaba muy avanzado, daba un bonito color a las hojas de estos altísimos árboles e hizo que nos encantara ese tramo.
El track nos llevó hasta la orilla del río y la continuación estaba al otro lado del mismo. Por mucho que miramos no había puente por ninguna parte, así que no nos quedó otra que descalzarnos, coger las zapatillas y la bici y cruzarlo. En el primer tramo nos cubría por debajo de la rodilla y tras una islita ya cubría menos.
Todos pensamos que la mañana empezaba mal. Llevábamos menos de 10 km y ya habíamos empleado más de una hora y no encontrábamos más que dificultades. Menos mal que cuando llegamos arriba de la loma las vistas compensaron esas trabas.
Nos dimos cuenta de que realmente estábamos en una de las paredes de las Hoces. La bordeamos por un sendero que iba asomándose al precipicio, lo que nos obligó en algunos momentos a ir con la bici en la mano para evitar riesgos. Cuando llegamos al final de esa pared pudimos contemplar un bonito valle a nuestra derecha, y allí mismo giramos casi 180º y continuamos rodando por un caminito apenas visible.
Después de disfrutar unos minutos de ese paraíso, iniciamos el descenso hacia la ermita. Allí nos encontramos con las galanas y los que no hicieron la ruta en bici, que también estaban disfrutando de lo lindo.
Visitamos la ermita, pasamos bajo el altar por el estrecho paso para no tener ni hernia ni dolores de espalda y no nos detuvimos más porque eran más de las 11.30, y debíamos terminar a las 13.30 para no andar con agobios después, algo que ya veíamos imposible en ese momento.
Ascendimos la cuesta y continuamos por el camino blanquecino de excelente firme que nos había traído hasta allí, sólo que continuamos por él hasta un cruce, en la localidad de Villaseca.
Pasamos la carretera y proseguimos en la misma dirección que llevábamos. El camino no era tan bueno como el de la ermita, pero se avanzaba sin dificultad. En una ocasión casi todo el mundo echó pie a tierra al encontrarnos con una enorme rampa.
No mucho después realizamos un giro a la izquierda y salimos a un camino mejor, una recta bastante larga que abandonamos como un kilómetro después para girar a la derecha y tomar otro camino.
En ese nuevo camino había más vegetación y estaba menos marcado. Comenzamos a descender y poco a poco las roderas se fueron desvaneciendo hasta que se perdieron.
Sabíamos que había un tramo sin camino, que había que atravesar unas tierras de labor, y sin duda estábamos en él. Siguiendo las indicaciones del GPS nos fuimos abriendo paso entre la densa vegetación de alguna zona, lo que nos obligó a bajarnos en más de una ocasión, y pasando por un par de tierras de cereales ya segados y por lo que no se rodaba mal.
Después volvió a aparecer una senda, esta nos llevó a un camino algo mejor que seguía descendiendo.
En un momento dado este hacía un giro de 90º. Al llegar a ese punto nos encontramos con un premio que justificaba el rato de la ausencia de camino anterior. Desde allí podíamos contemplar un bonito valle, el comienzo de las Hoces, a la altura de Sepúlveda, cuyo cementerio veíamos en lo alto de una montaña que teníamos en frente.
Podemos decir que la foto no hace nada de justicia a lo que nosotros contemplamos. Iniciamos el descenso por ese cañón y terminamos llegando a los pies del río Duratón, justo bajo la localidad de Sepúlveda.
Justo ahí comenzó otro espectáculo que duró 14 km. Esa distancia recorriendo las Hoces junto al río Duratón, entre sombras de choperas, disfrutando del otoño, de la senda, de la compañía... Todo un lujo, desde luego. Eso a pesar de que no fue un camino de rosas, ya que poco después de comenzar este paseo junto al río, hubo que ascender con la bici en la mano unas rampas considerables, estrechas y que culminaban con una buena e inclinadísima escalera.
En algunos momentos también tuvimos que bajarnos porque había tramitos con piedras de un tamaño que no permitía ciclarlo, pero estábamos disfrutando tanto que poco importaban esos inconvenientes.
Desde la zona de la pasarela pudimos ver vistas como esta:
Más adelante el camino se pegaba al río de nuevo y rodamos entre la frondosa vegetación.
El otoño daba un variedad cromática a la zona que la hacía más bonita aún.
En algunos momentos las paredes calizas se abrían y daban paso a pequeños valles. En todo este tramo si mirábamos a un lado o al otro nos encontrábamos las enormes paredes de piedra horadadas por el río durante siglos y siglos.
Ya casi terminando este tramo nos dimos de bruces con un chiringuito y, aunque íbamos fatal de tiempo, decidimos parar a tomar una cerveza porque todos estábamos sedientos. La bebimos en tiempo récord y nos supo a gloria. Volvimos enseguida a las bicis y unos dos kilómetros después nos encontramos con el mismo problema de unas horas antes. Un río, dos orillas y ningún puente que las una. Nos quedamos a la orilla pensándolo, pero algunos decidimos no pararnos a quitar las zapatillas y atravesarlo sobre la bici. También hubo quienes volvieron a descalzarse.
Volvimos a pasar por la zona de pinares con las mismas dificultades, pero en cuanto salimos a la carretera, ya cerca de Sebúlcor, nos dimos de bruces con un viento de cara fortísimo. Además el perfil era ligeramente ascendente. Si unimos esos dos factores al cansancio acumulado por los dos días de bici, el resultado es que nos costó un esfuerzo enorme llegar a Sebúlcor primeramente, y a Cantalejo después. Llegamos en pequeñas dosis a nuestro alojamiento, primero uno, después, dos, otros dos más tarde y finalmente uno más. Eso propició que la ducha no parara de funcionar. A las 15.00 horas logramos salir de allí todo guapetones, limpios, sedientos y hambrientos, con dirección a Sepúlveda, donde nos esperaba el resto del grupo en el restaurante El Señorío de Sepúlveda, donde dimos cuenta de un buen asado de lechazo que nos repuso totalmente.
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Relive 'Morning Oct 13th'
Por el corazón de Castilla (de Ávila a Segovia)
Hace algo más de un año dos bíkers hicieron la vuelta a Castilla y León en bici de montaña y cuando nos contaron su aventura recalcaron que una de las etapas más bonitas fue la que hicieron desde Ávila a Segovia.
Hace unas semanas un bíker y una galana visitaron Sepúlveda y la zona y les encantaron las Hoces del Duratón.
Uniendo una y otra experiencia se nos ocurrió planear un fin de semana en el que los bíkers podrían hacer un día (sábado) la Ávila-Segovia, y al día siguiente las Hoces del Duratón. Al mismo tiempo las galanas y los que no quisieran hacerlo en bici podrían hacer turismo por la zona.
Y el fin de semana escogido fue el que terminamos de concluir. El sábado madrugamos (salvo dos parejas que fueron a pernoctar a Ávila) y a las 10,00 estábamos ya en esa ciudad. Poco más de 15 minutos después los cinco que nos disponíamos a hacer la ruta ya estábamos sobre nuestras bicis empezando a rodar.
Tras circular por algunas calles y una zona residencial, cruzamos la N-110, bordeamos el Centro Comercial El Bulevar, pasamos bajo la circunvalación de Ávila y comenzamos a pisar camino.
Atravesamos una zona boscosa bonita en la que la protagonista estelar era la encina. Poco después llegamos a la localidad de Brieva, conocida por la cárcel de mujeres que hay en su término.
Tras salir de Brieva continuamos por camino y no tardamos mucho en llegar a Berrocalejo de Aragona.
Continuamos por un buen camino, cruzamos la N-110, también cruzamos la AP-51 y poco después entramos en Mediana de Voltoya, donde la iglesia tiene una curiosa fachada (la de la espadaña) constituida por sillares y por pelotas de tenis :)
Atravesamos Mediana y continuamos con nuestra marcha por un camino en buenas condiciones que nos llevó, tras un buen descenso y su correspondiente ascenso, hasta la N-110.
Estuvimos estudiando cómo evitar este tramo pero por lo que leímos era imposible, así que no nos quedó otra que recorrer 4 km por ella. Pensábamos que iba a haber más tráfico, pero realmente el grueso de lo que encontramos fue en sentido contrario. Esos kilómetros los hicimos agrupados y por el arcen y a muy buen ritmo, por lo que no tardamos mucho en hacer el recorrido.
Tras esos kilómetros de asfalto, giramos a la izquierda para seguir por el mismo terreno, pero de orden secundario, para dirigirnos a Blascoeles, adonde llegamos enseguida disfrutando de la hermosa cuesta abajo que conduce a dicha localidad.
Después de atravesar este pueblo seguimos con la tendencia descendente entre campos de cereales, aunque también hay ascensiones.
Poco más adelante cambia algo el paisaje y nos encontramos una zona con más vegetación y bosque bajo. Afrontamos una subida más importante y ya en la zona más alta percibimos viento en contra, lo cual dificulta nuestro avance.
Bordeamos el aeródromo Castellanos y pronto comenzamos a ver las primeras edificaciones de Villacastín. Poco después pasamos bajo la autopista y paramos en un restaurante a hacer un pequeño descanso y a tomar algo.
Después de unos minutos de parada volvemos a las bicis. Atravesamos este pueblo, por el que hemos pasado decenas de veces yendo hacia Madrid y en el que nunca habíamos entrado, atravesamos la N-VI pasando por encima de una pasarela, y salimos de él por una carretera local que abandonamos enseguida para seguir por un camino que encontramos a nuestra izquierda.
Siguen alternándose las subidas y las bajadas, con mayor predominio de estas últimas, pero seguimos avanzando rápido porque el terreno es propicio. Y así llegamos pronto a una pequeña localidad llamada Ituero y Lama, y no mucho más tarde a otra más importante, Zarzuela del Monte, donde nos encontramos con una bonita iglesia mudéjar.
El sol sigue sin aparecer, no ha querido acompañarnos en toda la ruta, y lo agradecemos porque la temperatura es muy agradable, pero también es cierto que todo está más deslucido sin su luz, incluidos monumentos tan bonitos como este.
Abandonamos esta localidad y tras transitar por un camino salimos a una carreterita por la que rodamos poco más de un kilómetro. Nos desviamos para seguir por un tramo asfaltado que lleva hasta la entrada de la Yeguada Centurión, una enorme finca dotada con excelentes instalaciones y dedicada a la cría de caballos de pura raza española, propiedad del empresario Leopoldo Fernández Pujals, conocido por haber sido el fundador de Telepizza y Jazztel.
Rodamos bastantes kilómetros bordeando esta finca y seguimos nuestra ruta, con varios cambios de dirección y con mucha antelación al horario que habíamos previsto.
La siguiente localidad por la que pasamos, aunque en esta ocasión sólo la bordeamos, es Abades. Justo en el camino nos topamos con una serie de cruces que creemos que son parte de un vía crucis. Más tarde nos informamos y, efectivamente, se trata de un vía rucis realizado en granito, formado por catorce estaciones representadas cada una de ellas por una cruz, excepto la decimosegunda estación, que corresponde a la muerte de Jesús en la Cruz, donde hay tres de mayor tamaño.
Desde ese punto, y justo entre las cruces de uno y otro lado del camino divisamos en la lejanía la catedral de Segovia, y eso que aún nos separan casi 20 km.
Tras una importante cuesta abajo y rodeados de enormes campos de cereales, pocos minutos después pasamos por otra pequeña localidad, Torredondo. Nada más salir del pueblo bordeamos el centro penitenciario y continuamos adelante. Poco después es Perogordo la localidad que cruzamos y, tras salir de ella, descendemos hacia un puente que cruza un arroyo y ascendemos por una rampa bastante empinada y con terreno suelto que dificulta el agarre.
Una vez culminada la subida volvemos a divisar la Catedral, pero ya muy cerca, así que en pocos minutos la tenemos ya a nuestro alcance.
Tras pasar una residencia de la tercera edad llegamos a una carretera que cruzamos, rodamos por un camino en paralelo a la misma aunque terminamos saliendo a ella. Descendemos al tiempo que vamos viendo las primeras casas de la ciudad y enseguida llegamos a la avenida del Acueducto, una calle peatonal que conduce al emblemático monumento de Segovia.
Finalmente llegamos hasta los pies del mismo, donde nos hacemos una foto, nos abrazamos y nos sorprendemos al ver que hemos hecho el recorrido en prácticamente una hora y medio menos de lo previsto. Como tenemos tiempo decidimos comer algo en alguna terraza, ya que la temperatura era ideal.
Tras la comida llegaron las Galanas y ya todos juntos, y con las bicis en los portabicis, nos desplazamos a Cantalejo, donde teníamos previsto pernoctar.
Hace unas semanas un bíker y una galana visitaron Sepúlveda y la zona y les encantaron las Hoces del Duratón.
Uniendo una y otra experiencia se nos ocurrió planear un fin de semana en el que los bíkers podrían hacer un día (sábado) la Ávila-Segovia, y al día siguiente las Hoces del Duratón. Al mismo tiempo las galanas y los que no quisieran hacerlo en bici podrían hacer turismo por la zona.
Y el fin de semana escogido fue el que terminamos de concluir. El sábado madrugamos (salvo dos parejas que fueron a pernoctar a Ávila) y a las 10,00 estábamos ya en esa ciudad. Poco más de 15 minutos después los cinco que nos disponíamos a hacer la ruta ya estábamos sobre nuestras bicis empezando a rodar.
Tras circular por algunas calles y una zona residencial, cruzamos la N-110, bordeamos el Centro Comercial El Bulevar, pasamos bajo la circunvalación de Ávila y comenzamos a pisar camino.
Atravesamos una zona boscosa bonita en la que la protagonista estelar era la encina. Poco después llegamos a la localidad de Brieva, conocida por la cárcel de mujeres que hay en su término.
Tras salir de Brieva continuamos por camino y no tardamos mucho en llegar a Berrocalejo de Aragona.
Continuamos por un buen camino, cruzamos la N-110, también cruzamos la AP-51 y poco después entramos en Mediana de Voltoya, donde la iglesia tiene una curiosa fachada (la de la espadaña) constituida por sillares y por pelotas de tenis :)
Atravesamos Mediana y continuamos con nuestra marcha por un camino en buenas condiciones que nos llevó, tras un buen descenso y su correspondiente ascenso, hasta la N-110.
Estuvimos estudiando cómo evitar este tramo pero por lo que leímos era imposible, así que no nos quedó otra que recorrer 4 km por ella. Pensábamos que iba a haber más tráfico, pero realmente el grueso de lo que encontramos fue en sentido contrario. Esos kilómetros los hicimos agrupados y por el arcen y a muy buen ritmo, por lo que no tardamos mucho en hacer el recorrido.
Después de atravesar este pueblo seguimos con la tendencia descendente entre campos de cereales, aunque también hay ascensiones.
Poco más adelante cambia algo el paisaje y nos encontramos una zona con más vegetación y bosque bajo. Afrontamos una subida más importante y ya en la zona más alta percibimos viento en contra, lo cual dificulta nuestro avance.
Bordeamos el aeródromo Castellanos y pronto comenzamos a ver las primeras edificaciones de Villacastín. Poco después pasamos bajo la autopista y paramos en un restaurante a hacer un pequeño descanso y a tomar algo.
Después de unos minutos de parada volvemos a las bicis. Atravesamos este pueblo, por el que hemos pasado decenas de veces yendo hacia Madrid y en el que nunca habíamos entrado, atravesamos la N-VI pasando por encima de una pasarela, y salimos de él por una carretera local que abandonamos enseguida para seguir por un camino que encontramos a nuestra izquierda.
Siguen alternándose las subidas y las bajadas, con mayor predominio de estas últimas, pero seguimos avanzando rápido porque el terreno es propicio. Y así llegamos pronto a una pequeña localidad llamada Ituero y Lama, y no mucho más tarde a otra más importante, Zarzuela del Monte, donde nos encontramos con una bonita iglesia mudéjar.
El sol sigue sin aparecer, no ha querido acompañarnos en toda la ruta, y lo agradecemos porque la temperatura es muy agradable, pero también es cierto que todo está más deslucido sin su luz, incluidos monumentos tan bonitos como este.
Abandonamos esta localidad y tras transitar por un camino salimos a una carreterita por la que rodamos poco más de un kilómetro. Nos desviamos para seguir por un tramo asfaltado que lleva hasta la entrada de la Yeguada Centurión, una enorme finca dotada con excelentes instalaciones y dedicada a la cría de caballos de pura raza española, propiedad del empresario Leopoldo Fernández Pujals, conocido por haber sido el fundador de Telepizza y Jazztel.
Rodamos bastantes kilómetros bordeando esta finca y seguimos nuestra ruta, con varios cambios de dirección y con mucha antelación al horario que habíamos previsto.
La siguiente localidad por la que pasamos, aunque en esta ocasión sólo la bordeamos, es Abades. Justo en el camino nos topamos con una serie de cruces que creemos que son parte de un vía crucis. Más tarde nos informamos y, efectivamente, se trata de un vía rucis realizado en granito, formado por catorce estaciones representadas cada una de ellas por una cruz, excepto la decimosegunda estación, que corresponde a la muerte de Jesús en la Cruz, donde hay tres de mayor tamaño.
Desde ese punto, y justo entre las cruces de uno y otro lado del camino divisamos en la lejanía la catedral de Segovia, y eso que aún nos separan casi 20 km.
Tras una importante cuesta abajo y rodeados de enormes campos de cereales, pocos minutos después pasamos por otra pequeña localidad, Torredondo. Nada más salir del pueblo bordeamos el centro penitenciario y continuamos adelante. Poco después es Perogordo la localidad que cruzamos y, tras salir de ella, descendemos hacia un puente que cruza un arroyo y ascendemos por una rampa bastante empinada y con terreno suelto que dificulta el agarre.
Una vez culminada la subida volvemos a divisar la Catedral, pero ya muy cerca, así que en pocos minutos la tenemos ya a nuestro alcance.
Finalmente llegamos hasta los pies del mismo, donde nos hacemos una foto, nos abrazamos y nos sorprendemos al ver que hemos hecho el recorrido en prácticamente una hora y medio menos de lo previsto. Como tenemos tiempo decidimos comer algo en alguna terraza, ya que la temperatura era ideal.
Tras la comida llegaron las Galanas y ya todos juntos, y con las bicis en los portabicis, nos desplazamos a Cantalejo, donde teníamos previsto pernoctar.
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