Partimos temprano de Zamora, a las 8.30, tres coches con ocho bicis. Había bastante niebla, pero estábamos casi seguros de que a lo largo del camino despejaría, como así fue. Poco después de Montamarta se abrió y dio paso a un cielo prácticamente azul.
Al pasar por El Puente hicimos una parada en El Ministro para tomar un café, pero enseguida continuamos hasta Rabanillo, donde establecimos nuestra "base". Nos preparamos y en cuanto pudimos salimos hacia Galende por uno de los caminos tradicionales.
Al llegar a Galende continuamos por carretera para que nos sirviera de calentamiento. Tras la primera subida se nos pasó el frío. Enseguida llegamos al Lago, una visita inevitable, aunque supusiera un pequeño desvío. La estampa al verlo, como siempre, espectacular, destilando paz.
Tras la foto de grupo y algunas más nos subimos a las bicis y retornamos al camino tomando ahora dirección el puente sobre el Tera, en la carretera de San Martín.
Al llegar a la carretera es cuando realmente empieza la ascensión, por delante teníamos 17 km cuesta arriba. Empezamos a un buen ritmo. Los primeros metros todos juntos.
Pero sólo los primeros metros porque enseguida cada uno trató de coger su ritmo, aquel con el que se sintiera cómodo, y el grupo comenzó a romperse. Poco a poco fuimos comiendo metros y de vez en cuando nos sorprendía ver el indicador que nos hacía saber que ya habíamos recorrido un kilómetro más. Pasamos por la entrada de Vigo y continuamos hacia San Martín.
En este tramo ya empezamos a disfrutar de las vistas del Lago y eso ayuda a pedalear mejor, sin duda.
Atravesamos esta localidad y como no podía ser de otro modo, continuamos pedaleando. Es lo que tienen las cuestas, que si dejas de pedalear te paras.
Mirando a nuestra izquierda seguíamos disfrutando de las vistas del Lago y del entorno. Llegamos a los alrededores del Refugio de la Montañera, que posiblemente sean las rampas con mayor desnivel, pero también pudimos con ellas.
Lentamente, pero sin pausa, iban cayendo los kilómetros. La mayoría estábamos haciendo la subida con cierta comodidad y nos daba la impresión que incluso más rápidos que en anteriores ocasiones.
La carretera cambió de orientación y, por lo tanto, también cambiaron nuestras vistas.
El grupo estaba muy roto, así había dos unidades destacadas del resto, una sobre todo, y a continuación rodaban cinco unidades con separaciones de cientos de metros o menos entre ellas y una última unidad en solitario.
En los últimos kilómetros tuvimos público aclamándonos al pasar, aunque más de uno temió que no les pareciera bien nuestro paso y que hubiera problemas...
Faltando unos tres kilómetros la carretera cambió de orientación y se unió a la fiesta un invitado inesperado, el viento de cara. Así que en ese tramo tocó sufrir un poquito más.
Tras una curva todos sentimos una alegría indescriptible, y es que al salir de ella contemplamos esta vista:
Ver el aparcamiento significa que se acabó, que queda nada y, por si fuera poco, sin cuesta. Poco a poco todos fuimos recorriendo ese último tramo y llegando a dicho aparcamiento. Entre el primero y el último hubo mucha diferencia, pero lo importante es que todos llegamos, todos en buenas condiciones y todos felices de haberlo logrado.
Descendimos por el camino hasta la propia Laguna de Peces que, por cierto, hoy lucía de un color espléndido.
Allí nos encontramos con las Galanas y acompañantes, que iban a hacer una pequeña marcha hasta la Laguna de Yeguas.
Tras comer algo nos abrigamos, subimos de nuevo hasta el aparcamiento e iniciamos el descenso. Tres decidieron hacerlo todo por carretera.
Tras cinco kilómetros a velocidad endiablada los cinco que preferíamos bajar por caminos abandonamos la carretera y nos desviamos por un camino que nos llevó hasta la antigua carretera. Esta nos condujo hasta una zona en la que tuvimos que cruzar la nueva. Allí nos cruzamos con nuestros compañeros.
Nosotros continuamos por un camino muy técnico hasta San Martín de Castañeda. Atravesamos esta localidad por calles desconocidas para la mayoría y al salir de ella cogimos el camino tradicional que lleva a Vigo de Sanabria. Aquí, por problemas con los frenos, uno más decidió seguir por carretera.
Hay que decir que este camino estaba precioso, cubierto totalmente de hojas, flanqueado por robles y mucha vegetación. Eso sí, las hojas escondían las piedras, y eso obligaba a rodar con precaución. Y además es precioso porque es bastante técnico y hace disfrutar de la bici.
Atravesamos Vigo y tomamos el camino tradicional que va hacia Trefacio y Pedrazales. Era similar al anterior así que seguimos gozándola.
En un momento dado nos desviamos a la izquierda para ir hacia Pedrazales. Tras cruzar esta localidad continuamos por el camino tradicional de Galende.
Seguimos disfrutando mucho y llegamos a Galende. Allí, para evitar dos cuestas muy costosas, continuamos hacia el cementerio. Ascendimos por el camino de este, cruzamos la carretera y continuamos por el camino que sale prácticamente enfrente. También este era ascedente, pero estábamos ya tan cerca de nuestro destino, que nos esforzamos y logramos superar estas últimas cuestas. Cerca de Cubelo giramos a la derecha hasta que volvimos a pisar el camino por el que habíamos partido horas antes. Lo continuamos y llegamos de nuevo a Rabanillo.
Tras una rápida ducha cargamos las bicis en los coches y nos fuimos a comer a San Martín, donde ya nos esperaban las Galanas y acompañantes. Con la comida pusimos colofón a una gran jornada, una más...
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Relive 'Morning Dec 8th'